Día 20: Cenotes de Valladolid

Día 20: Cenotes de Valladolid

Hoy se presenta uno de los días más esperados de nuestro viaje a México. Ayer pusimos rumbo a Valladolid después de visitar la reserva de Río Lagartos y las hipnóticas salinas rosas de Las Coloradas. Pasamos el final de la tarde paseando por la ciudad. Al día siguiente, usamos esta bonita localidad como base para explorar los magníficos cenotes que la rodean.

Alojamiento en Valladolid

Nada más llegar a Valladolid (2h de trayecto desde Río Lagartos/Las Coloradas), nos vamos al hotel. Para esta estancia de una sola noche hemos escogido el Hostal Gayser. La habitación es muy pequeña. A pesar de contar solo con un ventilador, por las dimensiones de la habitación no pasamos calor. Si lleváis mucho equipaje, no queda prácticamente espacio libre. A nosotros con las mochilas nos vino justito.  Sin embargo para una noche nos pareció un lugar decente y económico (17€).

Qué ver en Valladolid

Después de dejar las maletas, cogemos el coche y aparcamos cerca del convento de San Bernardino de Siena. Son las 17h y queremos dar un paseo antes de ir a cenar. Mañana pasaremos el día en los cenotes, así que no disponemos de más tiempo para ver la ciudad. Tras echar un vistazo al edificio, seguimos nuestra ruta recorriendo la Calzada de los Frailes. Se trata sin duda de una de las calles más coloridas de Valladolid, con pequeñas tiendas y restaurantes.

Al final de la calle, nos incorporamos a una avenida más ancha, y después de andar dos manzanas ya estamos en el zócalo. La fachada blanca de la iglesia de San Servacio domina sobre la plaza, llena de gente y animada con tradicionales bailes yucatecos.

Paseamos algo por las calles adyacentes hasta que se hace hora de cenar. Regresamos al coche y nos vamos a un restaurante algo más alejado del centro, La Selva. Se trata de un local de antojitos muy barato, donde pedimos varios platillos y comimos por … pesos.

Al final del día, que ha empezado en Río Lagartos y Las Coloradas, volvemos al hotel a descansar.

Si tenéis más tiempo en la ciudad o, por el contrario, casi no tenéis tiempo para visitar cenotes, podéis acercaros al cenote Zací, en pleno centro y a apenas unas cuadras del zócalo.

Cenotes

Si visitáis la península del Yucatán y no visitáis un cenote, es como no haber estado. Simple y llanamente. Estas formaciones geológicas se asemejan a cavernas con lagos subterráneos. Algunas permanecen de esta forma (cenotes cerrados), mientras que en otras el techo de la cueva se ha derrumbado y yace en el fondo de la laguna (cenote abierto). Los cenotes semiabiertos son un intermedio entre estos dos estados. Los cenotes más antiguos ya no son subterráneos y se parecen más a una simple laguna, como el cenote Jardin del Eden, que visitamos en la Riviera Maya.

Tan solo en Yucatán, se cuentan más de 6000 cenotes. En los alrededores de Valladolid, hay una gran concentración y, por ello, y por los precios menos abusivos que en la costa de la Riviera Maya, es un buen lugar para explorarlos.

Aunque hay muchos cenotes y es difícil elegir, vale más seleccionar dos o tres que intentar abarcar muchos en un día. En primer lugar, se cobra entrada y, si se van sumando gastos, sale caro. Además, si se visitan muchos, no hay demasiado tiempo para disfrutarlos y bañarse en ellos. Nosotros escogimos tres para nuestro día en los alrededores de Valladolid. Mañana visitaremos uno adicional después de Chichén Itzá.

Cenote Palomitas

El primer cenote que visitamos es el cenote Palomitas en Yalcobá, a 30 minutos en coche de la ciudad. Este cenote de encuentra junto al cenote Agua Azul, ambos operados por la misma cooperativa, pero se paga el acceso (100 pesos) de cada uno por separado. Después de leer muchas críticas, llegamos a la conclusión que no valía la pena entrar a los dos y nos decantamos por el primero. Ambos son turísticos, pero en menor medida que X’kekén y Samulá, los preferidos de los tours organizados. Aún así, hemos venido a la hora de apertura (9h) para tener un rato solos.
Previo pago, nos adentramos a las entrañas de la tierra, hacia el interior de una cueva. La oscuridad es casi absoluta a esta hora de la mañana, ya que el sol apenas penetra por la estrecha apertura en el techo de la cueva.

Tras maravillarnos con las estalactitas, al llegar a los pies de la escalera, toca bañarnos en el agua, negra por la penumbra y la profundidad: unos 40 metros. Además, estamos completamente solos, en silencio. La fría temperatura del agua tampoco ayuda a superar el pánico inicial. No obstante, solo hace falta un momento de valentía para sumergirse en la poza.
Nadamos de un lado al otro de la cueva, bajo sus espeluznantes columnas de roca, hasta debajo de la apertura, donde el agua deja de ser negra y se convierte en un azul oscuro y a la vez transparente. A medida que pasa el tiempo, los rayos de sol inciden más directamente sobre la cueva y el azul va ganándole terreno al negro, reflejando las enormes estalactitas como si fuera un espejo.

Llevamos como una hora y media en el cenote cuando aparecen los siguientes visitantes. Al cabo de poco, nos secamos y nos preparamos para salir hacia el próximo cenote en nuestra lista.

Cenote Xcanahaltun

El cenote Xcanahaltun es un cenote gestionado por una familia. Durante un tiempo, el gobierno del Yucatán proporcionó ayudas económicas a aquellas personas que tenían un cenote en sus tierras para habilitarlos para la visita. Este es uno de ellos. Recibe pocos visitantes, la mayoría, residentes de la zona. El precio es de X pesos. Se encuentra en Temozón, a 12 minutos del cenote Palomitas, o a 35 minutos de Valladolid.

Pagamos 90 pesos por la entrada y descendemos por esta estrecha escalera de caracol no apta para claustrofóbicos. ¡A ver qué paisaje nos depara este cenote!

Este cenote tiene una apertura mayor en el techo, con lo cual cuenta con bastante maś luz. No es muy profundo y tiene rocas donde sentarse en la orilla. Si os apetece, alquilan kayaks para recorrer el cenote, aunque la verdad es que hay que remar más bien poco.

Hay un pequeño restaurante en el exterior del cenote, además de hamacas y baños para cambairse. Nosotros preferimos seguir de ruta y comer unos sándwiches de una gasolinera en el camino.

Cenote Hacienda Oxman

Nuestro siguiente y último cenote del día es el cenote Oxman, a 40 minutos de donde nos encontramos y a tan solo 10 minutos de Valladolid. Se ubica en la antigua hacienda San Lorenzo, reconvertida en restaurante. La entrada solamente al cenote cuesta 70 pesos. Existe también la opción de pagar 100 o 150 pesos, que pueden canjearse por comida en el restaurante a la vez que incluyen acceso al cenote y a la piscina al lado de la terraza.

Aunque pueda parecer lo contrario, este cenote no está tan saturado. De hecho, estuvimos de 15h a 17h aproximadamente y aunque de vez en cuando venían algunos grupos, no dedicaban mucho tiempo al cenote. En todo momento, hubo más gente en la piscina exterior que en el cenote en sí.

Este cenote circular semiabierto tiene unas paredes verticales de casi 40 metros de caída. De ellas cuelgan raíces que llegan hasta el agua, de un azul absolutamente mágico. Además de su belleza, el cenote cuenta con una tirolina que da un toque de adrenalina a la experiencia. Y con estos chapuzones, nos despedimos de los cenotes hasta mañana.

Convento de Santo Domingo de Uayma

Esta noche dormimos en Pisté, pueblo vecino a las famosísimas ruinas de Chichén Itzá. De camino desde el cenote Oxman o, en su defecto, desde Valladolid, no dejéis de dar un mínimo rodeo para ver el convento de Santo Domingo de Uayma.

El pueblito de Uayma es muy pequeño, pero este antiguo convento es una gema que bien vale la visita. Tanto por dentro como por fuera, la decoración es espléndida.

Pisté

Tras un trayecto de 50 minutos por la libre (hay una carretera más directa, pero de peaje), llegamos a Pisté. Es ideal dormir aquí si queréis ser de los primeros en entrar a Chichén Itzá sin tener que madrugar en exceso y evitar las masas de turistas que vienen de los resorts de Cancún, Playa del Carmen y la Riviera Maya (contad que empiezan a aparecer sobre las 10h de la mañana). Hay varias opciones de alojamiento, pero nosotros elegimos la más barata (y cutre) que encontramos. Se trata de una sola habitación con 10 camas/literas, con poco espacio entre ellas y cero privacidad.  Además, apenas hay unos ventiladores para pasar el calor húmedo del Yucatán. Por suerte, no había más huéspedes y tuvimos la habitación para nosotros solos. De lo contrario, puede ser una experiencia desastrosa, como atestiguaban algunas de las críticas que habíamos podido leer en Booking.

En Pisté encontraréis restaurantes y puestos de comida callejera, pero no hay mucho más que ver o hacer. Ideal para ir a dormir temprano y madrugar para visitar Chichén Itzá antes de que lleguen los tours.

En resumen:

Itinerario de 24 días en México

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