Día 4: Ciudad del Vaticano – Basílica de San Pedro y Museos Vaticanos

Día 4: Ciudad del Vaticano – Basílica de San Pedro y Museos Vaticanos

Hoy dedicaremos el día a la ciudad-estado más pequeña del mundo: la Ciudad del Vaticano. Sede de la iglesia católica, este pequeño enclave en un imprescindible en toda visita a Roma ya que, a pesar de sus pequeñas dimensiones alberga algunos de los más grandes tesoros de la historia del arte el mundo occidental.

Basílica Papal de Santa María la Mayor

Ya que el día va de Papas, empezamos las visitas del día en la basílica de Santa Maria Maggiore. A pesar de que está muy cerquita de nuestro alojamiento, todavía no hemos visitado esta iglesia, gestionada por el mismísimo Vaticano. También conocida como Santa María de las Nieves, su celebración es el dia 5 de agosto y justamente coincide con nuestra visita. De hecho, ¡el Papa hizo una visita a la basílica esa misma tarde por sorpresa!

La denominación de esta iglesia se debe a que se trata de la iglesia más grande de las ochenta dedicadas a Santa María en la capital. Vale la pena visitarla por su arquitectura, tanto la fachada, como su campanario del siglo XIV (el más alto de Roma con 75m) y la parte trasera en la plaza del Esquilino. También es imprescindible el acceso al interior, ya que se conservan preciosos mosaicos del siglo V.

Los controles de acceso son aquí similares a los del Vaticano. Hay control de seguridad y, además, se vela que los visitantes entren con una vestimenta adecuada: ni hombres ni mujeres pueden mostrar rodillas ni hombros. Esto en principio es válido para todas las iglesias de Roma, así que aunque sea agosto llevar un chal nunca sobra. Aunque es cierto que durante nuestra visita solamente se controlaba esto en los accesos al Vaticano, la basílica de Santa Maria Maggiore y la Scala Sancta, hay indicaciones en todos lados y no vale la pena perderse algo por no llevar una prenda de más en la mochila. No sabemos si la falta de control se debía a las vacaciones de verano o quizás a la falta de turistas en general a causa del coronavirus.

Plaza y Basílica de San Pedro

Para evitar multitudes y llegar más pronto a la Ciudad del Vaticano, cogemos el metro en Termini hasta la estación de  Ottaviano. Desde aquí llegamos en menos de 10 minutos a la plaza de San Pedro. Alucinamos porque no habría hecho falta llegar tan temprano: la plaza está desierta.

Dominando la elipse de la plaza, se encuentra la basílica de San Pedro. Su construcción se remonta al martirio de San Pedro, que fue crucificado donde a día de hoy se encuentra el templete de Bramante en el Trastevere y enterrado aquí. El emperador Constantino y Carlomagno fueron personajes clave en las primeras fases de construcción y crecimiento de la iglesia. Tal y como la conocemos ahora data de los siglos XVI y XVII, con la intervención de artistas tan históricos como Rafael, Bramante, Miguel Ángel y Maderno. Bernini es el ideólogo detrás de la estructura de la plaza y sus 296 columnas, que sostienen un total de 140 santos. Sobre las columnas de la fachada, bajo la cúpula, se encuentran los 12 apóstoles.

No hay nadie en las kilométricas colas que suelen formarse para entrar en la basílica. De hecho, andamos en zigzag sin parar entre las vallas que dirigen la fila de costumbre y entramos en una basílica prácticamente para nosotros solos.

Tan solo paramos un momento para tomar esta fotografía de un guarda suizo, el cuerpo militar designado para la protección de los pontífices y de la ciudad. Para acceder al cuerpo, los soldados deben ser solteros, medir un mínimo de 1,74m, tener entre 19 y 30 años, nacionalidad suiza y haber recibido instrucción de las Fuerzas Armadas suizas.

El interior de la basílica es inmenso. No en vano es la iglesia más grande del mundo. La Pietà de Miguel Ángel, en una capilla a la entrada a la derecha es uno de los puntos fuertes a visitar, así como las tumbas y monumentos papales y, sobre todo, el baldaquín papal de Bernini, cuyas columnas entorsilladas bajo la cúpula diseñada también por Miguel Ángel. 

El acceso a la basílica es gratuito. Se puede subir a la cúpula por 8€. Es posible acceder al Museo del Tesoro por 6€. Nosotros no lo visitamos porque no nos atraía la idea, pero por lo que leímos por ahí, preparaos para ver oro y piedras preciosas. Bajar a cripta, donde se encuentran enterrados la mayoría de Papas, es gratuito.

Castel Sant’Angelo

Salimos de la basílica y de la plaza de San Pedro para dirigirnos al Castel Sant’Angelo. Este castillo papal se construyó sobre la base del mausoleo del emperador romano Adriano. Su nombre actual data del año 590, cuando la peste asoló la ciudad de Roma. Se dice que el papa Gregorio I vio el arcángel San Miguel sobre el castillo blandiendo una espada coincidiendo con el final de la epidemia. Por este motivo, mandó construir la estatua del ángel que lo corona y se le cambió el nombre. (¡Ojalá viera el Papa ahora otro ángel, cualquiera nos vale, y se terminara toda esta pesadilla del coronavirus!)

El castillo está conectado directamente con la Ciudad del Vaticano por un corredor fortificado al que llaman Passetto, de 800m de longitud. A lo largo de la historia ha servido de fortificación, refugio y también de prisión del papado. Hoy en día se pueden visitar las estancias papales y un museo de armas en el interior, además de obtener vistas a la Ciudad del Vaticano y a Roma desde las terrazas. Nosotros no entramos, pero el acceso cuesta 15€. No pensamos que sea un imprescindible, así que quizás lo visitemos en alguna próxima ocasión. Solamente lo vimos por fuera y desde el puente Sant’Angelo, también de la época romana y flanqueado en la actualidad de estatuas de ángeles.

Borghiciana Pastificio Artigianale

Hora de comer y lo hacemos en el famoso Borghiciana Pastificio Artigianale, en el barrio de Vaticani Prati, ya que no queremos alejarnos demasiado de los Museos Vaticanos. Por desgracia para el propietario y trabajadores, en este lugar suele haber colas desde la apertura hasta el cierre y no hay ni un alma debido a la pandemia. Comemos absolutamente solos una pasta alla amatriciana y gnocchi con gorgonzola. La pasta está toda hecha a mano y está buenísima. A diferencia de muchos de los lugares cercanos al Vaticano, totalmente enfocados a los turistas y con precios exagerados, aquí la comida es auténtica y los precios muy asequibles. Comimos los dos y acompañamos nuestros platos de cerveza y cafés por 26€.

El tiramisú de Pompi

Hemos tomado café, ¡pero no postre! Así que para entrar a los Museos Vaticanos con un bocado dulce previo, probamos el mejor tiramisú de la ciudad según los mismos romanos: el de Pompi. Hay varias sucursales por toda la ciudad y, además, ubicados en lugares estratégicos (cerca de la Fontana di Trevi, en las inmediaciones de la Plaza España, aquí cerquita del Vaticano…). Vienen en cajitas con una ración que cuesta 4€. Los hay clásicos y de sabores (fresa, chocolate, pistacho…) y la verdad que no sabemos si de verdad son los mejores, ¡pero están súper ricos!

Museos Vaticanos

Las entradas a los Museos Vaticanos tienden a agotarse con días e incluso semanas de antelación, así que tenéis que ser previsores con o sin coronavirus circulando por el mundo. Nosotros compramos los vuelos con tan solo una semana de antelación y aún con el Covid y la poca afluencia de turistas, debido al aforo limitado de entradas, solo encontramos entradas para las tardes. En realidad no hay diferencia entre entrar por la mañana o por la tarde, pero sí tenéis que contar un mínimo de unas 4h para verlo casi todo (todo es imposible en un día) con calma. Nosotros compramos las entradas para las 14h45 y salimos sobre las 19h30. Casi 5h que gozamos muchísimo al poder verlo todo tan bien, sin prisas y casi sin gente.

La entrada online cuesta unos 20€, pero al ser obligatoria su adquisición en Internet por el Covid quitaron el suplemento de compra anticipada y las vendían por 17€.

¡Hay taaanto que ver en este museo que no sabemos ni por dónde empezar! Lo suyo es que os hagáis con un plano y con una idea previa de qué queréis visitar. Hay recorridos para verlo todo y otros que se saltan partes. Incluso hay un recorrido rápido a la Capilla Sixtina, último punto álgido antes de la salida. Nosotros nos quedamos con los siguientes puntos a destacar, por si os sirven de ayuda:

La Pinacoteca

Conviene empezar la visita por aquí, ya que no hay manera de volver atrás a este punto del recorrido. Aquí podréis ver obras sacras de Rafael, Da Vinci, Perugiano, Tiziano y Caravaggio entre otros.

Galería Egipcia

Es fácil saltarse este ala del museo si se siguen las indicaciones del recorrido corto. No es el British Museum de Londres ni el Neues Museum de Berlín en cuanto a obras egipcias, pero hay muchísimo arte egipcio, sarcófagos, papiros e incluso alguna momia.

Brazo Nuevo

Un amplio pasillo flanqueado por estatuas de la antigüedad. Destaca la alegoría del Río Nilo y el Augusto de Prima Porta.

Museo de Pío Clementino

Esta parte del museo incluye algunas de las primeras piezas que se colocaron en el patio Belvedere en su día. Hoy abarca el patio octogonal, donde podéis ver el sufrimiento hecho escultura en el clásico Laoconte y sus hijos, pero también la Rotonda, la Sala de la Cruz Griega, la Sala de los Animales o la Sala de las Musas, entre otras.

Galería de los Mapas

Siguiendo el recorrido se llega a la galería de los Mapas. Aquí quizás es el punto junto con las estancias de Rafael y la Capilla Sixtina donde se aglomera más gente y no es de extrañar. Los muros de esta galería están totalmente recubiertos de mapas de las distintas regiones italianas, de norte a sur. A un lado las que se asoman al mar Tirreno y, al otro, las que dan al Adriático.

Estancias de Rafael

Las estancias de Rafael son 4 salas decoradas por el pintor más querido de la capital. La primera es la estancia de Constantino, dedicada a la conversión al cristianismo del emperador romano. La segunda es la sala de Heliodoro, dedicada a demostrar de forma pictórica las múltiples veces en que la fe ha protegido a la iglesia desde el Antiguo Testamento a la era medieval. La tercera, la sala del Sello, alberga el famoso cuadro de la Escuela de Atenas, en el que salen retratados como filósofos de la Antigua Grecia el mismo Rafael y artistas contemporáneos como Miguel Ángel, entre otros. Finalmente, la estancia del Incendio del Borgo gira alrededor de episodios históricos de la vida de los papas León III y León IV.

La Capilla Sixtina

¿Estamos preparados para ver la Capilla Sixtina? Recuerdo como cuando fui de pequeña la visita a la famosa Capilla no duró más de 5 minutos: apenas cabía una alfiler entre tanta gente y los guardas se dedicaban a desalojar al personal para que pudiera seguir pasando gente a la vez que gritaban para que no se tomaran fotos. A parte de las fotos, que siguen estando prohibidas, nada más alejado de nuestra experiencia en este viaje: hay gente, sí, pero hay muchísimo espacio, sin agobios y puedes quedarte el tiempo que quieras (que para nosotros fueron los 40 minutos que tardamos en leernos el análisis del Juicio Final, los frescos de las paredes y la bóveda en la Wikipedia y verlo todo en detalle).

No podemos describir la sensación de una visita tan pausada. El Juicio Final es una pasada y eso que Miguel Ángel tuvo sus detractores por representar hombres y mujeres desnudos entre el cielo y el infierno en un lugar tan sagrado. De hecho, el papa Pío VI es el responsable de que todos lleven sus partes íntimas cubiertas por una hoja. Al discípulo de Miguel Ángel que se encargó de esta tediosa tarea se le apodó Braghettone, o Pintacalzones.

La bóveda, también de Miguel Ángel, es archiconocida por el fresco de la creación de Adán. Los demás frescos, un total de 9, representan escenas del Génesis: la creación del mundo, la creación del ser humano y el arca de Noé. Los frescos laterales pertenecen a diferentes autores, entre ellos, Boticelli, Ghirlandaio, Rosselli y Perugiano, y representan imágenes de la vida de Moisés y de Jesús.

Escalera de Bramante

Esta escalera de doble hélice marca la salida de los Museos. Una persona podría bajar a la vez que otra estuviera subiendo y no se encontrarían, porque se trata en realidad de dos escaleras. A pesar del apodo con la que es conocida, esta es una escalera diseñada por Giuseppe Momo (de 1932) inspirada en la escalera de Bramante (del siglo XVI) que se encuentra en una torre del Museo Pío-Clementino cerrada al público.

En fin, nos sentimos súper afortunados de haber podido visitar la Capilla Sixtina, y los Museos Vaticanos en general, con tanta calma para ver detalles que, normalmente pasan desapercibidos cuando estamos rodeados de masas.

Atardecer sobre la cúpula del Vaticano

Salimos de los Museos sobre las 19h30 y el sol ya empieza a caer. Es el momento ideal para ver el atardecer sobre la cúpula del Vaticano desde cualquiera de los puentes que cruzan el Tíber. El reflejo anaranjado del Castel Sant’Angelo sobre el río a esta hora de la tarde tampoco tiene desperdicio.

La Tavernella

Teníamos previsto visitar la pequeña trattoria de Alfredo e Ada a la otra orilla del río, pero ya han cerrado por las vacaciones del Ferragosto. Muchos italianos echan el cierre alrededor del 15 de agosto y, especialmente este año por la falta de turistas, fue bastante común. Así que tuvimos que buscar una alternativa y nos decidimos por regresar de nuevo a Vaticani Prati a un local llamado La Tavernella, donde pedimos unos tonnarelli cacio e pepe, un plato de pasta con queso pecorino y pimienta, y saltimbocca alla romana, escalopines de ternera con jamón de Parma, cocinado con vino blanco. Pedimos entrantes y vino de la casa y nos salió la cena por 32€ los dos.

Noche en Roma

Regresamos a pie hasta Termini, un paseo de cerca de una hora que aprovechamos para ver de nuevo los principales atractivos turísticos iluminados. También volvemos al Campidoglio para disfrutar de las vistas a los foros iluminados. Todavía nos queda algo más de medio día en Roma, pero mañana nos vamos a los pueblos del lago Bracciano!

En resumen:

Roma, Nápoles y Pompeya en 10 días

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