China Días 20 y 21: Hong Kong – Teleférico Ngong Ping, Buda de bronce en la isla de Lantau, Kowloon, Tsim Sha Tsui. Cómo llegar al aeropuerto

China Días 20 y 21: Hong Kong – Teleférico Ngong Ping, Buda de bronce en la isla de Lantau, Kowloon, Tsim Sha Tsui. Cómo llegar al aeropuerto

Nuestro último día completo de viaje fue de lo más variado. Hong Kong nos reservaba todavía muchísimas sorpresas y, una vez más, estábamos en pie a las 7h para aprovechar el día al máximo.

Isla de Lantau

Salimos del edificio Alhambra, dónde estábamos alojados en una habitación de Airbnb, y cogimos la línea roja del metro de Jordan hasta Lai King, dónde cambiamos a la línea naranja hasta la estación final de Tung Chung (16,9 HKD, unos 40 minutos). A unos 150 metros de la salida de la estación, encontraréis el punto de partida del teleférico de Ngong Ping 360º. A las 9h empiezan a salir teleféricos, aunque es recomendable llegar un poco antes para evitar las colas. La ida y vuelta cuesta 185 HKD para los adultos en cabina estándar, mientras que también existe la opción de ir en cabina «de cristal», en las que la coletilla de los 360º cobra sentido ya que incluso el suelo de la cabina es transparente, por 255 HKD. Nosotros escogimos cabinas estándar por el precio y porque tampoco nos parecía que fuera una experiencia imprescindible ver el vacío a nuestros pies durante los 25 minutos que dura el trayecto. Desde luego, es una experiencia no apta para los que padecen vértigo.

Desde la cabina del teleférico se puede ver el aeropuerto, que se encuentra a poca distancia en la misma isla de Lantau. Al cabo de casi media hora de recorrido, el Gran Buda de bronce se dibuja en el horizonte a la derecha.

El teleférico termina en Ngong Ping, un «pueblo» que más bien es una recreación de parque temático, con sus correspondientes tiendas de recuerdos y cadenas de comida rápida. En el momento de nuestra visita a finales de julio, celebraban el Festival de las Mariposas.

El Buda de Bronce es el Buda sentado más grande del mundo de estas características (34 metros de altura). Para acceder a él, hay que subir cientos de escalones. A estas alturas del viaje, cada escalón era ya un martirio para nuestros pies y nuestras agujetas permanentes, y más con la humedad y el calor de Hong Kong. Aún así, el esfuerzo merece la pena. El Buda de Bronce nos dejó maravillados, al igual que las estatuas de Bodhisattvas en posición de ofrenda a su alrededor.

El Gran Buda de Bronce es una extensión del monasterio de Po Lin, que se encuentra justo enfrente. El templo en sí era bastante modesto hasta que se erigió el Buda en 1993, y destaca por sus coloridos elementos decorativos y los dragones de sus columnas.

Una vez que hayáis admirado , os recomendamos que deis un rodeo de 15 minutos hacia el Sendero de la Sabiduría (Wisdom Path), un conjunto de tablas de madera colocadas en forma de infinito, con sutras budistas grabadas. Aunque quizás el significado espiritual de este camino se nos escapa, el camino para llegar discurre a través de un bosque y es un paseo tranquilo y agradable.

¡TIEMPO EXTRA! Si tenéis más tiempo en Hong Kong, vale la pena seguir explorando la isla de Lantau. Aquí tenéis dos opciones muy populares:

  • Visitar la estampa pintoresca del pueblo pesquero de Tai O y sus tradicionales casas sobre el mar. Desde Ngong Ping el bus 21 os lleva en 20 minutos. También se puede acceder al pueblo desde la estación de metro de Tung Chung, cogiendo el bus 11 (50 minutos). Aseguraos de comprobar los horarios, sobretodo en fin de semana. Con un poco de suerte, podréis ver los famosos delfines rosas en las costas de la isla.
  • Pasar un día en Disneyland. La línea de metro naranja para en Sunny Bay y conecta con el parque temático. Para los más peques y los adeptos a los parques temáticos.

Volvimos en teleférico a Tung Chung a mediodía y, aunque nosotros no tuvimos que esperar nada desde Ngong Ping, abajo había una cola considerable para comprar tickets. Definitivamente, otra atracción del gigante asiático para la que conviene levantarse temprano.

Kowloon

Deshicimos el camino en metro de la mañana: línea naranja con cambio a la roja en Lai King, pero nos bajamos en la parada de Prince Edward. Alrededor de esta parada se encuentran tres de los mercados más curiosos de Hong Kong.

Mercado de los pájaros

El mercado de los pájaros es un recinto al aire libre en la calle Yuen Po, donde se acumulan jaulas y más jaulas, aves de todo tipo y comida (viva) para alimentarlas. El ruido de tanta diversidad de fauna es bastante discordante y la mezcla de olores es algo repelente, pero es un mercado muy curioso al que bien vale la pena echarle un vistazo.

Mercado de las flores

Salimos del mercado de los pájaros para adentrarnos en las calles de un mercado mucho más atractivo para el olfato: el de las flores. Las floristerías se suceden una tras otra, creando una estampa urbana de lo más colorida.

Justo en una esquina del mercado de las flores encontramos un restaurante llamado Delicious Café, que al parecer es una cadena, donde nos llamó la atención la variedad de la carta. Se trata de un restaurante de comida asiática internacional, que abarca la comida cantonesa tradicional de Hong Kong, pero también platos indonesios y malasios, entre otros. Nos salió la comida para tres (un plato completo por persona más bebidas) por unos 160HKD, barato aunque no fue nada del otro mundo.

Mercado de los peces

Un poco más apartado, pero muy cerca de los mercados anteriores se encuentra el tercer mercado curioso de Hong Kong: el de los peces. No os vamos a ocultar que fue una de las experiencias más desagradables de nuestro viaje. Tiendas, una tras otra, con peceras diminutas, acuarios con peces hacinados en el agua turbia y diminutas bolsas con peces en suspensión y prácticamente sin libertad de movimiento. Encima, con la película de Buscando a Dorylos peces payaso (o Nemos) y los peces cirujano (Dory) se multiplicaban detrás de los sucios cristales. Un cuadro muy grotesco y absolutamente pasable.

Tsim Sha Tsui

Cogimos de nuevo la línea roja del metro en la estación de Prince Edward y bajamos en Tsim Sha Tsui. De allí, seguimos las direcciones de la calle hasta el parque de las Estrellas. Cabe decir que el famoso Paseo de las Estrellas, en la fachada marítima de Hong Kong estaba cerrado por obras hasta 2017. Por ello, se habían reubicado los monumentos a un parque cercano, aunque esta colocación provisional les resta glamour. Allí podréis ver la famosa estatua de Bruce Lee, junto a otras dedicadas a artistas de Hong Kong y a la industria cinematográfica en general.

Museo de Historia de Hong Kong

Eran sobre las 4 de la tarde cuando nos dirigimos un poco más al norte hasta el Museo de Historia de Hong Kong, una experiencia muy recomendable a nuestro parecer. Se trata de un museo muy dinámico e interactivo, dividido en varias secciones que recorren la historia de Hong Kong desde la prehistoria hasta que dejó de ser una colonia británica tras la devolución del territorio a China. La entrada al museo cuesta 20HKD (10HKD para estudiantes).

Las secciones constituyen recreaciones de los distintos períodos históricos, de forma muy visual y atractiva, y despertando la curiosidad del visitante en todo momento. Además, se trata de un museo que no solamente refleja la historia de Hong Kong como ciudad sino que da voz a las diferentes etnias que conviven en la urbe. Nos gustó especialmente la sección dedicada a las costumbres y el folklore, ya que uno de los aspectos que más nos llamaron la atención de Hong Kong fue precisamente la combinación de la tradición y la modernidad.

Sinfonía de las Luces

De vuelta a Tsim Sha Tsui, sobre las 19h, fuimos directamente a coger sitio delante del Centro de Cultura, donde habíamos llegado el día anterior con el Star Ferry, para ver la famosa Sinfonía de las Luces que tiene lugar cada día día a las 20h desde un lugar privilegiado. Estuvimos esperando una hora de pie en la barandilla del puerto, viendo pasar los barcos de velas rojas que crean imágenes de postal.

Sin más dilación, a las 20h empieza la función. Pero el espectáculo en sí deja mucho que desear. La música puede estar bien, pero a nivel técnico es un juego de luces y láseres bastante rudimentario. No impresiona. Si tenéis poco tiempo en Hong Kong, no vale la pena modificar un itinerario para verlo.

Tras el espectáculo, que nos había dejado bastante indiferentes, decidimos que era ya hora de cenar y fuimos a un restaurante llamado Tsui Wah, con varias sucursales en Hong Kong. El servicio fue muy lento y, además, no nos trajeron todos los platos a la vez, de modo que prácticamente cenamos por turnos en lugar de juntos. A pesar de ello, los platos eran abundantes y la comida estaba más que decente. Tienen comida tanto oriental como occidental en el menú. Pagamos unos 200HKD para tres.

Mercado nocturno de Temple Street

Después de una cena copiosa, pusimos rumbo al mercado de Temple Street. A pesar de que el mercado tiene mucha reputación, casi todos sus puestos venden lo mismo: carcasas de móvil, recuerdos, ropa y recuerdos variopintos. Lo que más nos llamó la atención fueron los imanes de nevera con sopas, arroces, fideos y dim sum. El equivalente de los imanes de paella que venden en los souvenirs de los sitios más turísticos de España.

Eran ya cerca de las 23h de un día muy completo y agotador y nos dirigimos al edificio Alhambra para dormir nuestra última noche de viaje, no sin antes echar un último vistazo a las hipnotizantes luces de neón de esta gran ciudad asiática en la que podríamos haber pasado semanas y seguiría sorprendiéndonos.

Cómo llegar al aeropuerto de Hong Kong

Día 21 y fin del viaje. Nuestro vuelo salía las 9h por la mañana y nos tocó madrugar de nuevo, como no. La línea de tren del Airport Express tiene paradas en la estación de Kowloon y en Central (en la isla de Hong Kong). Desde Kowloon tarda 20 minutos y cuesta 90HKD por persona, mientras que desde Central tarda 24 minutos y cuesta 100HKD.

El aeropuerto de Hong Kong funciona como cualquier otro aeropuerto internacional del mundo y aunque cuando llegamos había más bien poca gente por la hora que era y todo el proceso de facturación y controles fue muy fluido, es recomendable presentarse con cierta antelación en horas más puntas.

En resumen:


Y hasta aquí nuestra visita al gigante asiático, en el que 21 días se quedan cortos. En nuestro próximo post cerraremos nuestro relato de viaje a China con algunos mitos y verdades que nos encontramos en nuestro recorrido. Como siempre, acompañados de algunos consejos prácticos.

¡Hasta el próximo viaje!

China en 21 días: itinerario



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