Día 1: Llegada a Lima – Aeropuerto, Huaca Pucllana, Miraflores y Museo Larco

¡Ha llegado el gran día y nos vamos por primera vez a Latinoamérica! Los vuelos desde Mallorca estan generalmente carísimos, así que para que nos saliera económico hemos comprado un vuelo de Iberia y Latam con bastantes escalas: Palma-Madrid-Sao Paulo-Lima, y aunque son escalas cortas (50 minutos justísimos en el aeropuerto de Madrid para desplazarnos a la T4S y pasar los controles) nos tomará casi 24h llegar a nuestro destino.
Cómo llegar del aeropuerto de Lima al centro
Reventados, pero felices porque ya no tenemos que montarnos en otro avión, llegamos a aeropuerto de Lima sobre las 11 de la mañana y empiezan nuestras andadas en Perú. El aeropuerto de Lima es relativamente pequeño y fácil de recorrer, por lo que pasar el control de pasaportes y recoger el equipaje no os demorará más de media hora o cuarenta minutos de normal. Nosotros en 20 ya estábamos fuera.
Lo complicado a la llegada, pues, es el traslado al centro de Lima. Nos volvimos locos buscando información por Internet sobre el trayecto y barajamos varias opciones.
– La que más encontramos fue el Airport Express (sale cada hora y os deja directos en Miraflores por 8$ la ida o 15$ la ida y vuelta; también hay servicios a los barrios de Barranco y Surco), que no era mala opción pero nos parecía algo caro. De hecho, que el precio lo den directamente en dólares americanos en lugar de la moneda local indica que es un precio para turistas.
– Un taxi desde el aeropuerto Jorge Chávez a Miraflores puede salir por unos 70-80 soles (unos 20€). Si sois 4, fabuloso, nosotros para dos ni lo consideramos. De todos modos, si vais a pillar un taxi, contratad el trayecto con una compañía en el interior del aeropuerto, hay varios mostradores todas más o menos con las mismas ofertas. Veréis que lo de los taxis en Lima y en Perú en general es un locurón: no se recomienda viajar en un taxi no oficial, pero después de 16 días en Perú seguimos sin saber reconocer uno oficial y, a la práctica, nos subimos siempre al primer taxi que paraba a recogernos. Sin embargo, al ser el aeropuerto, se ve que hay mucho taxista avispado/timador y vale más ser precavido.
– La opción más barata es hacer el recorrido en transporte público. Saliendo del recinto del aeropuerto, hay combis que conectan con diversos puntos de la ciudad por 3 o 4 soles (1€). El vendedor de billetes es el mismo que va gritando las distintas paradas y es así como sabréis donde subiros. Sobre esta opción leímos críticas horrorosas en las que solo faltaba especificar que te roban hasta las bragas, pero todas venían de gente que no se había subido a una combi en todo el viaje. Nosotros usamos combis y taxis colectivos ese mismo día en Lima, también en Cusco y en el Valle Sagrado incluso los paramos para subirnos en medio de la carretera. Aún así, después de nuestra experiencia os diríamos que con maletas o mochilas voluminosas, no es plan subirse a una combi. Además,a la salida del aeropuerto lo único que quieres es llegar ya y este medio de transporte es lento y más todavía con el tráfico loco de Lima, así que no nos arrepentimos de no haber escogido esta opción.
– Finalmente, dimos con una solución económica y convincente cuando conocimos la compañía Quick Llama. Se trata de una empresa que realiza traslados entre el aeropuerto y el barrio de Miraflores con dos opciones: Óvalo de Miraflores (al lado del concurrido Parque Kennedy) o puerta por puerta a vuestro alojamiento. El precio por trayecto es de 15 soles (unos 4€) al Óvalo de Miraflores o de 20 soles (unos 5€) directos al alojamiento. Para esta última opción tienen ofertas especiales (por ejemplo, el precio para dos personas es de 35 soles y a partir de 3 vale 15 soles por persona). Además, un puntazo a favor es que puedes pagar por adelantado con tarjeta en línea y así no hace falta cambiar divisa en el aeropuerto, donde el cambio es pésimo. Tras consultar los horarios de salida en la web fue la opción que elegimos nosotros tanto a nuestra llegada a Lima como al regreso, y también contratamos el servicio cuando volvimos desde Cusco a Lima el penúltimo día de viaje. El personal es muy accesible vía Whatsapp y, si por lo que sea vuestro vuelo llega tarde, os reservan un lugar en la siguiente salida, que fue lo que nos pasó a la vuelta de Cusco y no nos pusieron ningún problema.
Si os decantáis por esta opción, encontraréis las furgonetas lilas de Quick Llama justo al salir del aeropuerto en el mismo aparcamiento, enfrente del edificio del hotel Costa del Sol. Eso sí, tendréis que hacerle la cobra a un puñado de taxistas justo al salir.
Alojamiento en Lima
De todo Perú, Lima fue el lugar donde encontramos precios más caros en cuanto a alojamiento y comida de Perú, pero mirando bien las opciones se puede dormir y comer bien por muy poco. Para nuestras primeras dos noches en Lima, escogimos un Airbnb en Miraflores, a unos 10 minutos andando del Parque Kennedy. Miraflores es el barrio más escogido por los turistas para alojarse en Lima, pues tiene la fama de ser muy seguro, incluso de noche. El barrio de Barranco un poco más al sur es también muy popular.
El Airbnb que elegimos era una casa señorial reformada, con varias habitaciones para huéspedes. La habitación disponía de una cama doble, baño privado y cocina (que no usamos) y nos costó 24€ las dos noches (6€ por persona y noche). La recepción al alojamiento fue bien. Llegamos antes de la hora del check-in, pero en cuestión de minutos el chico que se encargaba ya nos había enseñado la casa y acomodado en nuestra habitación, donde dejamos las cosas y salimos a explorar la capital.
Dónde cambiar dinero en Lima
Empecemos por lo fácil, que es dónde NO hay que cambiar dinero y eso es en el aeropuerto, porque el cambio está fatal. Al contrario, en los alrededores del Óvalo de Miraflores y el Parque Kennedy, hay varias casas de cambio así como también en la avenida José Pardo. Cuando reservamos nuestras entradas a Machu Picchu y los traslados en autobús tuvimos la suerte de comprar con un cambio excelente de 1€=4 soles. Pero en agosto cuando viajamos el cambio había bajado y lo conseguimos a 3,75 en Miraflores el primer día y a 3,77 en el centro histórico de Lima, en una esquina de la plaza San Martín. Cambiamos mitad y mitad esos dos días y luego nos fuimos fijando en otros lugares que visitamos durante el viaje. Vimos el cambio hasta a 3,45 en algunos sitios y, extraordinariamente, a 3,83 en Arequipa, pero en la mayoría de lugares se mantenía sobre el cambio que habíamos conseguido en Lima.
Una vez que ya hemos llegado al alojamiento desde el aeropuerto y disponemos de soles, hemos terminado con los trámites iniciales de nuestra llegada al Perú y podemos empezar a disfrutar de todo lo que nos ofrece el país. De Lima dicen que puedes pasarla por alto, que no vale la pena, que es una ciudad fea y, sobre todo, peligrosa. A nosotros no nos pareció especialmente bonita como ciudad y menos todavía bajo el manto de nubes que cubre la ciudad durante los meses de invierno. La llaman Lima la Gris y en los 3 días que estuvimos (2 a la ida y uno a la vuelta), tan solo una tarde vislumbramos un poco a qué altura estaba el sol. Por lo menos, apenas llueve en la ciudad. A pesar de todo, sí que tiene lugares con encanto que visitar y recomendamos dedicarle por lo menos dos días.
Huaca Pucllana
Desde la avenida José Pardo en Miraflores caminamos unos 15 minutos hasta alcanzar la Huaca Pucllana, las ruinas de un asentamiento pre-inca en pleno centro de Lima, en los que destacan los restos de una estructura piramidal de adobe y arcilla.
Abren de 9h a 17h de miércoles a lunes (martes cerrado). Pagamos 12 soles (algo más de 4€) por la entrada de adulto y 6 soles por la de estudiante. Las visitas son siempre guiadas y el vendedor nos indica que hay una salida en español en menos de 10 minutos.
Llega la guía y empezamos la visita por el yacimiento arqueológico, todavía en proceso de excavación. Se calcula que en sus orígenes ocupaba hasta tres veces el espacio al que ha quedado reducido hoy en día a causa del desarrollo urbanístico de la ciudad.
La primera etapa de la visita nos lleva por la zona de poblado, con restos de los muros de las casas y representaciones de actividades de la vida diaria de los limas, el pueblo pre-inca que se asentó en este área del país entre los años 200 y 700dC. Les siguieron los waris, que trajeron consigo las técnicas de enterramiento en capas de ropajes y telas que vemos por primera vez en el viaje y que luego adoptaron los incas. Y, finalmente, los ychsmas, última civilización en el área actual de Lima previa a la llegada de los españoles, que utilizaron la huaca como repositorio de ofrendas religiosas.
Esta primera parte de la visita nos lleva también a un pequeño huerto de cultivos propios del Perú, como el choclo (maíz), la palta (aguacate) o las mil y una variedades de patata que se conrean en el país; así como a un pequeño cerco donde tienen una llama y una alpaca. Esta parte de flora y fauna para nosotros no era para nada necesaria, pues vamos a verla en realidad en tan solo unos días.
Después de esta pausa, llega el momento clave de la visita: la subida a la pirámide. Esta es la parte en la que más falta hace el guía, pues la estructura es delicada y no hay que salirse del camino marcado. En los distintos niveles, nuestra guía nos va explicando la construcción de la pirámide por capas: se hacían ofrendas y, cuando estaba más o menos lleno, se cubrían para crear un nuevo nivel. También nos detalla los entierros y sacrificios, normalmente de bebés, como la ofrenda más pura a los dioses.
Llegados a la cima, toca bajar, y se hace por una pendiente polvorienta y delimitada por una simple cuerdecilla a un lado de la pirámide. Una vez abajo paramos 5 minutos en la sala de exposición, donde hay varias vasijas ceremoniales y restos encontrados en la excavación del yacimiento y damos por terminada la visita.
Óvalo de Miraflores y Parque Kennedy
De nuevo a pie volvemos a la avenida José Pardo y continuamos hasta llegar al centro neurálgico de Miraflores. El Óvalo y el parque Kennedy son dos parques adyacentes y vale la pena pasear un rato por ellos para empaparse de la vida de la ciudad. En el mismo parque, hay montones de puestos de palomitas y dulces. La música suena a fondo desde una especie de foso con gradas donde la gente, especialmente mayores, baila al son de ritmos latinos.
Pero los verdaderos protagonistas del parque son las docenas de gatos que campan a sus anchas. No habréis visto gatos callejeros mejor cuidados que estos.
Museo Larco
Son las 16h30 y es hora de dirigirnos a nuestra próxima parada del día, el Museo Arqueológico de Rafael Larco. Se trata de un museo que os recomendamos encarecidamente si pasáis más de un día en Lima, pues es una magnífica introducción a los pueblos pre-incas y a la civilización inca. Aunque si vais ajustados de tiempo, hay que planificarlo bien, pues está un poco lejos de todo. Desde el Óvalo de Miraflores se puede llegar en taxi en unos 25-30 minutos y os cobraran unos 20 soles. Nosotros decidimos hacerlo como si fuéramos locales y en nuestro primer día en Perú ya nos atrevimos con las combis. Se trata de coger el bus IO-89 en la Avenida José Pardo desde la acera opuesta al Óvalo (dirección los Olivos) y pedir que os bajen en la Avenida Cipriano Dulanto (La Mar) con Juan Valer Sandoval (Cueva). Vale más decirles en La Mar con Cueva que que vais al Museo Arqueológico porque la mayoría no saben de qué les hablan, ya que no suelen tratar con turistas. El precio del trayecto es de tan solo 2 soles por persona. Desde allí, solo hay que caminar 500 metros hasta las puertas del museo.
El camino duró unos 40-45 minutos en total, así que ya se estaba poniendo el sol (bueno, si se le puede llamar puesta de sol a que los nubarrones se oscurezcan). El Museo Larco es muy buena opción para estas horas en Lima, pues es uno de los pocos lugares de interés que permanece abierto hasta más tarde: el horario de apertura es de 9 a 22h todos los días de la semana.
Pagamos 30 soles (unos 8€) por la entrada de adulto y 15 por la de estudiante y accedemos a las salas de exposición, que nos llevan a través de siglos de restos arqueológicos precolombinos: cerámica, textiles, objetos ceremoniales, joyas, etc. El conjunto nos proporciona una visión bastante amplia de la cronología de los pueblos que habitaron el Perú antes de la llegada de los colonos: los wari, los paracas, los nazca, los inca, y su cultura, su arte y sus creencias, entre otros aspectos.
Uno de los objetos más relevantes que pudimos ver es un quipu, un conjunto de cuerdas de distinta longitud, con varios nudos y colores. Todavía no se sabe a ciencia cierta para que servían estos enseres: algunos estudios apuntan a su uso como ábaco o registro numérico, mientras que otros ven indicios de que fuera un sistema de escritura.
Además del fascinante arte precolombino, nos deja alucinados una genealogía de los reyes incas en las que los reyes españoles aparecen como sucesores del último inca, Atahualpa, en un intento de los colonos de naturalizar el traspaso de poder. En realidad la historia de los colonos no fue más que sangre y destrucción. De hecho, a Atahualpa lo capturaron y lo ejecutaron los hombres de Pizarro, así que ya veis que genealogía de soberanos más acertada que se montaron los españoles.
Con las últimas salas dedicadas al declive y desaparición del imperio inca, salimos al patio, que hace las veces de vestíbulo del museo y echamos un vistazo a una sala donde están almacenadas cientos de piezas de la colección del arqueólogo e historiador Rafael Larco Herrera, a cuyo trabajo de investigación en los años 20 y 30 se le debe el museo actual.
Finalmente, salimos del edificio principal del museo, pero no hemos terminado nuestra visita. Nos queda una pequeña sala en la parte inferior del museo que, a pesar de sus dimensiones, es sin duda la más conocida: la sala erótica. En ella, se encuentran piezas con escenas sexuales muy explícitas. Los botijos con formas fálicas exageradas son un clásico y se venden réplicas como souvenir en cualquier rincón del Perú.
Pero aparte de la «gracia» que puedan suscitar estas figuras en nuestras mentes perversas, lo que hay tras las vitrinas nos enseña que la concepción del sexo de los pueblos precolombinos era como acto natural y parte del ciclo vital, muy diferente a la idea del pecado y la censura del cristianismo. En las distintas escenas se pueden ver todo tipo de posturas, pero también figuras en las que deidades participan del sexo como veneración de la fecundidad y la fertilidad, u otras en las que figuras cadavéricas que simbolizan la muerte mantienen relaciones con figuras humanas y que transmiten que el placer no lo es todo. Finalmente, para completar el ciclo de la vida, hay también escenas de partos, colecho y lactancias.
Regreso a Miraflores
Desde Pueblo Libre, regresamos a Miraflores por la misma vía por la que hemos llegado, en autobús público. Dudamos un poco porque hemos leído tantas cosas horribles sobre la seguridad en Lima que no sabemos si fiarnos de andar por el barrio ahora que ya ha anochecido, pero al final decidimos echar para adelante. La gente hace vida normal en la calle, paseando al perro o volviendo a casa del trabajo o de la compra y no nos sentimos solos ni en peligro en ningún momento.
Nuestro plan resulta un poco fallido al principio, pues cuando regresamos donde nos había dejado el IO-89, esperamos un rato sin rastro de autobuses hasta que llegamos a la conclusión que la ruta de vuelta debe ser por otra calle. Por ello, decidimos andar hasta una avenida principal donde pasan más buses y nos subimos al primero que lleva destino a Miraflores. Esta vez no es una combi destartalada sino un bus de tamaño normal y nos cobra 1,5 soles por el trayecto.
En 25 minutos volvemos a estar el el Óvalo de Miraflores y ya es hora de cenar. Para ello, nos vamos a La Lucha – Sanguchería Criolla, justo en un lateral del Parque Kennedy, un local muy famoso en Lima por sus deliciosos sándwiches. Nos pedimos un bocadillo de chicharrón con camote (boniato) y otro de asado de res en su jugo. Pedimos también unas patatas huayro para acompañar y una chicha morada (la bebida nacional a base de maíz morado). La cuenta nos sale por 45 soles (unos 12€) y hemos comido fenomenal.
Es hora de retirarnos y regresamos andando al Airbnb a descansar, con la sensación certera de que Perú promete y con muchas ganas de más. Mañana seguimos la ruta con una visita al centro histórico de Lima.
En resumen:
Itinerario de 16 días en Perú
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