Día 6: Londres – Portobello Road Market, street art en Brick Lane y Shoreditch y Shakespeare en el teatro The Globe

Retomamos los diarios de Londres de nuestro itinerario de 9 días en Londres y alrededores con un día de los más variopintos y memorables que vivimos en la capital británica. El título de la entrada ya lo dice todo: desde el mercadillo vintage de Portobello en Notting Hill pasamos al arte callejero de un barrio obrero recientemente gentrificado y vuelto «hipster» como Shoreditch y terminamos el día viendo una comedia de Shakespeare, Mucho ruido y pocas nueces, en The Globe, el reconstruido teatro circular isabelino en el que el dramaturgo puso en escena sus obras más reconocidas.
En definitiva, tres ambientes totalmente distintos en una misma ciudad que guarda sorpresas para cada visita. Y si añadimos que ese día era mi cumpleaños, ¡día redondo donde los haya! ¿Empezamos?
Portobello Road y Notting Hill
Hoy nos despertamos un poquitín más tarde y después de un desayuno en nuestro Airbnb, nos vamos a la estación de Tufnell Park, desde donde cogemos el metro hasta Ladbroke Grove, a 4 minutos andando del famoso mercado de Portobello Road que se celebra cada sábado en el coqueto barrio de Notting Hill. Otras buenas opciones para parar con el metro serían las estaciones de Holland Park, Notting Hill Gate o Wesbourne Park, por su proximidad al mercado (entre 5 y 10 minutos andando.)
Notting Hill suena así como un vecindario exclusivo y, de hecho, lo es. Muchos artistas famosos británicos residen en las preciosas casas victorianas del barrio, cuyas calles podéis explorar alejándoos del bullicio del mercado.
Las calles más cercanas al mercado, al contrario, exhiben vistosas fachadas de colores vivos, conjuntando a la perfección con la atmósfera distendida de la vecina Portobello Road.
Uno podría pensar que en un ambiente tan sofisticado, el mercado no iba a ser precisamente barato. Pero la verdad es que las boutiques más chic se encuentran justo al lado de tiendas de ropa de segunda mano y muebles vintage, locales de pósteres y vinilos, decoración retro y librerías que acumulan ediciones especiales y mapas antiguos auténticos. Los puestos del mercado se suceden unos a otros a ambos lados de la calle.
Veréis que algunos exhiben los mismos productos repetidos, especialmente ropa y souvenirs, mientras que otros venden artículos antiguos y únicos, desde cámaras fotográficas hasta equipos de cricket.
Aproximadamente a la altura de la mitad de la calle se aglutinan los puestos de comida: los hay que son más bien como tiendas de productos alimentarios (pan, confituras, quesos…), mientras que otros venden comida preparada para llevar o tomar allí (pizzas, tartas, kebabs y falafels…).
Spitalfields, Brick Lane y Shoreditch
Sobre las 12h30 volvemos a Ladbroke Grove, desde donde volvemos a coger el metro, esta vez en dirección a Aldgate East, donde nos bajamos para explorar los barrios de Spitalfields y Shoreditch, cambiando totalmente de paisaje. Lo primero que nos llama la atención de este barrio son sin duda las placas de las calles: en inglés y bengalí, debido al alto porcentaje de población procedente de Bangladesh en el área de Brick Lane.
La fuerte presencia de este grupo étnico se hace notar en la cantidad de restaurantes de comida india y bengalí en las calles del barrio. Entramos a un local llamado Arzu que nos ha llamado la atención y, al ver que además de pastas y pan tienen también plato del día preparado, decidimos que vamos a probar la comida india aquí. Nos compramos un plato enorme de arroz biryani con pollo y dos pakoras de verduras por 8£. Como no hay mesas, decidimos andar un poco con nuestro picnic hasta que encontramos un lugar apropiado para sentarnos y comer. Nuestra elección no nos decepciona: con su punto ideal de picante, sin pasarse, ¡está riquísimo!
Justo donde nos hemos parado a comer estamos delante de la gran mezquita de Brick Lane, un edificio que fue originalmente iglesia cristiana protestante, pasó a convertirse en sinagoga y es ahora un templo musulmán, siendo testimonio de los cambios demográficos del barrio.
Desviándonos algo de Brick Lane, nos damos un paseo por Old Spitalfields Market. Este mercado también tiene puestos en los que se venden los mismos artículos hechos en serie, aunque otros destacan por sus productos artesanales. Se trata de un mercado cubierto en cuya parte central se encuentran los puestos del mercado en sí, mientras que en los lados hay pequeños restaurantes. Aquí nos reunimos con nuestros amigos de Cambridge que han venido a Londres a pasar la tarde y la velada con nosotros.
De regreso a Brick Lane vamos fijándonos en las obras de arte callejero que predominan en las paredes del vecindario. Por ejemplo, en Fournier Street donde hemos comido, hemos podido ver un graffiti de Shok-1, una brillante radiografía de una mano haciendo el símbolo de la paz, pintado justo después del referéndum del Brexit.
O los simpáticos y simples dibujos de Stik, aquí un hombre y una mujer vestida con burka de la mano.
En otras calles destacan también los dibujos de animales de Roa, como esta grulla en Hanbury Street.
Brick Lane también dispone de un mercado de segunda mano y vintage, aunque éste se celebra los domingos y hoy sábado apenas hay unos puestos de artesanía abiertos en un pequeño recinto cubierto.
Junto a las curryhouses orientales, hay cantidad de cafeterías como Yumchaa, en la que paramos a tomar un café de los de verdad. Algunas pecan de ser incluso demasiado hipsters, como Cereal Killer, donde puedes acompañar el café de una variedad de cereales, cuyas cajas decoran las paredes del local.
Brick Lane se acaba y uno se adentra en las calles de Shoreditch, donde también impera el arte callejero en las paredes. Es aquí donde encontramos una obra de Bansky, el misterioso artista callejero de identidad secreta, cuyo graffiti en Rivington Street, «Graffiti designated area», está protegido por un cristal. Da que pensar en la delgada línea entre lo que se considera arte y vandalismo según quién haga la pintada.
Justo al lado del graffiti de Bansky, encontramos otro de Bambi, cinco figuras de niños idénticos, con una calavera a modo de balón de fútbol a los pies y la mano levantada con el mismo mensajes siempre: «Don’t shoot» (No dispares), una crítica a la violencia policial contra los afroamericanos en Estados Unidos, que ha provocado un aluvión de críticas, manifestaciones y disturbios en estados como Missouri.
Si queréis conocer más sobre el arte callejero de Brick Lane y Shoreditch, se ofrecen visitas guiadas por el barrio. Y si preferís recorrerlo por vuestra cuenta, éste fue el mapa interactivo más completo que encontramos en la web sobre el arte callejero en la zona, con fotos y localizaciones (información en inglés).
The Globe
Y para terminar el día, cambiamos el espíritu reivindicativo de los graffiti y la multiculturalidad de Brick Lane y Shoreditch en el East End londinense por un clásico entre los clásicos: Shakespeare. Un cambio de paisaje para el que nos desplazamos hasta el teatro The Globe, en la orilla sur del Támesis.
The Globe es una reconstrucción fidedigna del teatro del mismo nombre del que Shakespeare tuvo parte a finales del siglo XVI y principios del XVII y donde de estrenaron la mayoría de sus grandes obras. El original fue destruido por las llamas en un incendio y la reconstrucción que puede visitarse hoy en día se inauguró cerca de la ubicación original en 1997. El edificio, de forma circular y con un escenario descubierto a merced de la intemperie, acoge obras de teatro a lo largo del año y, especialmente, en verano, cuando el tiempo mejor acompaña.
En un principio, cuando planeamos el itinerario, simplemente íbamos a ver el teatro por fuera. Sobre todo porque la entrada al edificio y la exhibición costaba 15£. Se me ocurrió mirar el precio de las entradas para una representación, pensando que iba a ser muy caro y que ya íbamos a ver el musical de Los Miserables, y me llevé una grata sorpresa: ¡las entradas valían tan solo 5£! Eso sí, en platea y de pie, como en los teatros medievales. En las galerías, donde hay asientos para el público, cuestan 22£.
En esta temporada de verano en el teatro, se representaban El Rey Lear y Mucho ruido y pocas nueces y, nosotros nos decidimos por esta última por el hecho de que era una comedia. Compramos las entradas online y las recogimos al llegar al teatro. Es conveniente llegar temprano si tenéis entradas de pie, para coger sitio al lado del escenario o justo en las paredes de la galería, para poder apoyaros. Para el intermedio, podéis traer comida y bebida de fuera o comprarla en el stand justo en la entrada del teatro. Nosotros cogimos unos sándwiches con bebida por 7£ cada uno y un Pimm’s (un cóctel afrutado típico de Londres para amenizar la espera, también por 7£).
Al entrar nos sorprende encontrarnos sobre el escenario un inmenso vagón de tren de madera, ¡y es que resulta que vamos a ver una representación de Mucho ruido y pocas nueces a la mexicana! Aunque puede sonar raro, las obras de Shakespeare tratan temas universales y, por lo tanto, las mismas historias tienen sentido a lo largo y ancho del mundo, sin importar la época. De hecho, el guión fue exactamente el texto original escrito por Shakespeare, con pequeños cambios: Sicília se convirtió en Monterrey y los ducados en pesos. Fue en la escenografía donde todo cambió, con coloridos vestidos mexicanos, bailes al son de la música mariachi, pistoleros en lugar de soldados italianos…
Los actores estuvieron espectaculares y el teatro rompía a carcajadas cada vez que intervenían en la historia los dos protagonistas, Benedick y Beatrice, dos solteros convencidos que llevan una guerra dialéctica el uno contra el otro. Los actores son auténticos profesionales y algunos incluso han tenido papeles en series británicas y en alguna que otra película. En otras ocasiones, algunos actores más famosos han actuado sobre las planchas de The Globe, como David Tennant, reconocido por encarnar al Dr Who.
Salimos de allí absolutamente maravillados y yo convencida de querer repetir experiencia en el teatro si volvemos alguna vez a Londres en verano. ¡Muy, muy recomendable!
Millenium Bridge y catedral de Saint Paul
Al salir del teatro estamos justo delante del Millenium Bridge, un puente de estética vanguardista que fue muy polémico justo después de su inauguración, pues se tambaleaba de un lado a otro a la mínima que había viento, obligando a cortar el paso a los peatones por motivos de seguridad. Después de ciertos cambios en su estructura, se volvió a abrir al público sin ningún problema y ahora es una construcción moderna que une dos símbolos del pasado, como son el Shakespeare’s Globe Theatre y la imponente catedral de Saint Paul en la orilla norte del río.
Nos despedimos de nuestros amigos, que regresan con el último tren a Cambridge y cruzamos el puente. Nos paramos a admirar la magnífica cúpula de la catedral en nuestra última noche en Londres antes de coger el metro para ir a descansar: mañana salimos temprano para aprovechar al máximo nuestro último día en esta ciudad.
En resumen:
Ruta de 9 días en Londres y alrededores
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Que lindo posteo! Amo los mercados y hacer picnic asi que Portobello Road es un Must