Día 8: Nápoles – Pompeya y Ercolano

Llegamos a uno de los días más esperados del viaje: ¡hoy vamos a conocer Pompeya! Un imprescindible si estáis en Nápoles que, además, es accesible en transporte público. Por la tarde y, de regreso, pararemos en Ercolano, un sitio arqueológico menos conocido pero que también corresponde a una ciudad romana a los pies del volcán Vesuvio. Pese a todo lo que habíamos leído, Ercolano nos decepcionó y para quitarnos la espinita al día siguiente visitamos también la villa romana de Oplontis. No estaba en nuestros planes iniciales pero resultó ser una grata sorpresa y se llega en la misma línea de transporte.
Circumvesuviana
La mejor opción para ir a Pompeya (y a Ercolano y Oplontis) en transporte público es tomando la línea Circumvesuviana que conecta Nápoles con Sorrento, en la Costa Amalfitana. Todos los trenes paran en las principales atracciones turísticas, pero algunos son exprés o directos y otros realizan todas las paradas y, por ende, son más lentos. Aquí tenéis un enlace a los horarios (consultad la línea 1).
No esperéis grandes lujos de un tren en el que no ha pasado el tiempo: es antiguo, ruidoso y poco cómodo, pero también es económico. De Nápoles a Pompeya cuesta 2,7€ el trayecto. De Pompeya a Ercolano, 2€.
Se puede salir desde la estación central de Nápoles, pero si queréis ir sentados os recomendamos andar 200 metros hasta la estación de Porta Nolana. Es el punto de partida del tren y va menos gente, mientras que en la central es donde suben la mayoría de los pasajeros.
Pompeya
Horario y precios
Llegamos a Pompeya antes del horario de apertura. El sitio abre de martes a domingo de 9 a 17h (las 19h en verano). Necesitaréis mínimo 5-6h para visitar el lugar con calma y, incluso así, os dejaréis cosas. Nosotros tuvimos la «suerte» y la «desgracia» de que algunos puntos del recorrido estuvieran cerrados para evitar aglomeraciones en tiempos de Covid. Desgracia porque nos quedamos con las ganas de conocer algunos puntos que queríamos ver (como el Lupanar). Por otra parte, suerte doble porque tuvimos un recorrido bien marcado que pudimos seguir sin pasarnos el día entero (de lo contrario todavía no habríamos salido) ¡y ahora tenemos una excusa para volver!
Hicimos la reserva (imprescindible) en la web del sitio arqueológico con antelación. El precio son 16€ + 1,5€ de reserva anticipada. Nosotros compramos la Arte Card en Nápoles y las ruinas eran una de las atracciones incluidas. Como mencionamos en nuestro primer post sobre Nápoles, compensa comprar esta tarjeta. Lo único que deberéis hacer es comprar entradas gratuitas aquí, como si fuerais niños, y mostrar la Arte Card junto con los tickets para acceder al recinto.
Historia
Pompeya quedó sepultada bajo 30m de cenizas de la erupción del Vesuvio en el año 79. Las ruinas fueron descubiertas en 1550, pero hubo que esperar 150 años a que se realizaran las primeras tareas para desenterrar la historia de esta ciudad de entre 12000 y 15000 personas. Una catástrofe a la que, sin embargo, debemos mucho de lo que conocemos de las ciudades romanas hoy en día, ya que las cenizas preservaron no solamente el entramado de la ciudad, sino muchas de sus construcciones, mosaicos y pinturas murales.
Distritos I y II
Estos dos barrios de la ciudad de Pompeya se encuentran ubicados al otro extremo de la entrada principal de Porta Marina. En el distrito II se encuentran algunos de los edificios recreativos más importantes. Es el caso del anfiteatro y del gimnasio (palestra grande). Junto a estos edificios, justo al lado de la entrada/salida de Porta Nocera se encuentra la necrópolis.
Muchos cuerpos quedaron sepultados por las cenizas tratando de escapar hacia el mar a través de Porta Nocera. Algunos pueden verte en el Huerto de los Fugitivos (Orto dei Fuggiaschi) en el distrito I. Los arqueólogos se dieron cuenta de que la ceniza dejaba un «negativo» donde había habido el cuerpo y, en el siglo XIX, se hicieron moldes de yeso a partir de ellos.
Además, en el distrito I es más residencial y pueden visitarse viviendas, algunas de las cuales tienen frescos muy bien conservados.
Distrito VIII
Cruzamos al distrito VIII por la Vía Stabiana que, junto a la vía dell’Abbondanza, son las calles principales que separan la ciudad.
En este distrito, que nos acerca al foro, cabe destacar los teatros y el Quadripórtico, la zona donde los espectadores podían socializar en los intervalos. Posteriormente, se usó también como dependencias para los gladiadores.
En la Vía dell’Abbondanza que hemos mencionado antes encontramos muchísimos ejemplos de pinturas murales en las fachadas de las casas, así como tabernas y termopolios. En estos últimos, se servían comidas para llevar, un hábito muy típico de los romanos a mediodía.
Distrito VII y el Foro
Algunas residencias y espacios públicos más y llegamos al Foro. Alrededor de esta gran plaza y centro cívico se encuentran el templo de Júpiter al frente, el templo de Apolo, el mercado de alimentos o Macellum y la basílica, entre otros.
En este área se pueden ver también las termas Estabianas. Durante nuestra visita, la zona que pudimos visitar era la de hombres, pero la de mujeres, más a cubierto, estaba cerrada para evitar aglomeraciones en el interior.
Distritos VI y IX
Al norte del foro se encuentra la casa del mosaico del «Cave Canem», el «Cuidado con el perro» más antiguo del mundo. Un poco más allá, adentrándonos en la parte visitable del distrito VI podemos ver un antiguo horno de pan. Aquí encontramos también la casa del Fauno, una de las casas más grandes y lujosas de la antigua ciudad de Pompeya.
En el distrito IX deberíamos poder ver el Lupanar. Sin embargo, normalmente la entrada está limitada a 10 personas a la vez y, con el coronavirus, estaba cerrado a cal y canto. Nos quedamos con las ganas de ver los murales del prostíbulo pompeyano. ¡Habrá que volver!
Las ruinas de Ercolano
Son las 14h30 cuando salimos de las ruinas de Pompeya. Desde las 9h que hemos entrado, hemos estado 5h30 recorriendo el sitio arqueológico y, si todo hubiera estado abierto, seguramente habríamos necesitado más. Si vais a combinar Pompeya con otro sitio arqueológico, es posible, pero será imprescindible que empecéis a primera hora. Las combinaciones con Ercolano o con la Villa Popea de Oplontis son las más recomendables. Para Ercolano, necesitaréis unas 2h. Para Oplontis, de dimensiones más reducidas pero uno de nuestros imprescindibles por la belleza de sus frescos, 1h. De hecho, nosotros visitamos Ercolano el mismo día que Pompeya, pero decidimos visitar Oplontis al día siguiente por el chasco que nos llevamos en la primera. Ahora os contamos.
De Pompeya a Ercolano hay unos 15 minutos de trayecto en la Circumvesuviana de camino a Nápoles. El billete entre los dos sitios arqueológicos cuesta 2€. La entrada a Ercolano cuesta 13€+2€ de reserva anticipada. La entrada está incluida en la Arte Card y se puede comprar el billete aquí. (La entrada combinada de Pompeya y Ercolano, que leímos en algunos blogs antes de salir, ya no existe).
Historia
Ercolano era la segunda urbe en tamaño que quedó sepultada por las cenizas del Vesuvio. Aquí vivían 4000 personas, muchas de las cuales sucumbieron al choque térmico de las altas temperaturas de la erupción. La cercanía al cono del volcán hizo que la catástrofe fuera mucho más rápida que en la vecina Pompeya.
Recorrido: la entrada
El recorrido por los puntos principales de Ercolano dura entre 2 y 3h. Lo primero que se ve al entrar al sitio son una serie de estructuras abovedadas que en el momento de la erupción se encontraba frente a la playa. Hay que tener en cuenta que el material piroclástico le ganó 400m al mar. Bajo estas bóvedas se encontraron más de 300 esqueletos de personas que probablemente intentaron encontrar refugio.
Justo frente a ellas, se encontraron los restos de una barcaza romana que pueden verse en una exposición en la entrada del recinto.
Una crítica
Impresiona pasearse por las calles entre las fachadas casi enteras. Aquí muchas de las casas conservan su segunda planta. Incluso algunas presentan balcones. Pero a diferencia de Pompeya, los frescos están en un estado de abandono lamentable, con pérdida de color y definición. Nos quedamos muy entristecidos por los garabatos y nombres rayados sobre las piedras (muchas de ellas recientes), seña de que hay gente con muy poco respeto y vergüenza que visita y también de que hay mucha dejadez por parte de la entidad que gestiona las ruinas. Por todos estos motivos, nos quedamos con algunos puntos de la visita, pero por lo general, nos decepcionó bastante y decidimos compensarlo visitando Oplontis al día siguiente.
Lo que salvó la visita
Ahora, lo que sí nos gustó y vale la pena son las termas femeninas y masculinas. También hay algunos mosaicos contados bien conservados y llenos de color, como el de Neptuno y Anfítrite. La Casa del Tabique de Madera tiene frescos muy deteriorados, pero conserva, como su nombre indica, un tabique de madera que ha sobrevivido al paso de los siglos bajo las cenizas. Los frescos de Heŕcules y Aquiles de la Basílica, o sede de los sacerdotes augustales, también son muy renombrados, aunque algo desdibujados.
Habiendo visitado todos los puntos del plano, tenemos que reconocer que al final ya estábamos agotados de ver casas romanas. Así que tras poco más de 2h de recorrido, salimos y vamos de nuevo a la estación para tomar la Circumvesuviana a Nápoles.
Regreso y cena en Nápoles
No nos fijamos en el tipo de tren que cogimos de regreso a Nápoles. Nos subimos al primero que pasó y resultó ser de los que hacían todas las paradas. Llegamos a Nápoles sobre las 18h30 exhaustos. Nuestra primera parada es en Attanasio, un horno tradicional en una calle que da a la plaza Garibaldi frente a la estación, donde sí o sí debéis probar la sfogliatella. Este pastelito típico de ricotta se sirve recién sacado del horno en dos formatos: riccia (en hojaldre crujiente) o frolla (en una pasta más blanda). Cada una vale 1,3€ y están riquísimas. El último día que fuimos al horno la clienta de delante compró una bandeja llena por su cumpleaños y dijo, literal, que sus invitados estaban más contentos porque iba a haber sfogliatelle de Attanasio que por el aniversario.
Después de este chute de azúcar necesario, por suerte, nuestro alojamiento estaba en la misma plaza de la estación así que pudimos darnos una ducha y descansar un poco antes de salir a cenar.
Para el menú de esta noche, escogimos un sitio de frituras, tan típicos en la ciudad. Nos decantamos por Decumano 31 en el centro histórico después de leer críticas. Pedimos conos de fritura de pescado, pasta de pizza fritta con mortadella, mozzarella in carrozza (un sánwich de mozarella frito) y, un descubrimiento, la frittatina: una croqueta de pasta con bechamel, espectacular y jugosa. Todo con cerveza por 22€.
(Dijimos que al volver de viaje comeríamos muchas ensaladas, pero fue mentira).