El Tatras es un parque nacional en la frontera entre Polonia y Eslovaquia, formado por una cordillera que cuenta con bosques, praderas y numerosos lagos, dónde abundan las rutas senderistas. Por su proximidad a Cracovia, esta reserva natural es idónea para uno o dos días de excursión en la montaña entre ciudad y ciudad de nuestro Interrail.
Cómo llegar a los montes Tatras
El pueblo base para explorar el Parque Nacional del Tatras por el lado polaco es Zakopane, un pequeño pero masificado pueblo a los pies de la cordillera. Se trata de uno de los destinos favoritos del turismo nacional polaco, ya que en invierno sus pistas de esquí son muy populares y en verano tiene ofrece un amplio abanico de opciones para aquellos que desean practicar el senderismo y el ciclismo.
Dejamos nuestra última entrada en un tren nocturno que nos llevó de Bratislava (Eslovaquia) a Cracovia (Polonia) y que llegó a las 7h de la mañana. En la misma estación de Krakow Glówny comprobamos el horario de los trenes que salen hacia Zakopane y, afortunadamente, sale uno dentro de media hora y nos da tiempo a cogerlo (los billetes si no vais con pase Interrail cuestan 25 zlotys, unos 6€). A las 7h40 estamos en ruta y el trayecto se cubre en 3h30. La verdad es que nos sorprende muy gratamente el ferrocarril polaco: los asientos son muy cómodos y ¡tienen hasta wifi gratis en los vagones! Como previsto, llegamos a las 11h10 a Zakopane.
Dónde alojarse
Desde la estación caminamos unos 15 minutos para llegar a la calle principal de Zakopane, Krupówki, donde se aglutinan un montón de restaurantes y tiendas, tanto de marcas como de souvenirs. Nada más llegar nos sentimos agobiados por la multitud de gente subiendo y bajando la calle. Echamos un último vistazo al mapa y nos metemos entre el gentío, andando literalmente como pingüinos, hombro con hombro con los demás turistas que saturan la zona. Somos mallorquines y verano tras verano sufrimos la saturación de guiris en nuestras playas, así que tendréis que creernos cuando os decimos que Zakopane está completamente a otro nivel.
Llegamos al Top Hostel, que se encuentra ubicado en la misma calle Krupówki, donde tenemos reservada una habitación doble con baño compartido por 26€. Se trata del típico hostal juvenil, con habitaciones muy pequeñas (de esos en los que tienes que hacer acrobacias saltando por encima de la maleta para meterte en la cama). Para nosotros eso no fue un problema. Sí lo fue, en cambio, la falta de insonorización: si Krupówki es una vía increíblemente transitada durante el día, por la noche se convierte en una discoteca al aire libre. O al menos eso parece con la música que sale a todo volumen de las tiendas y bares que abren hasta tarde. Por lo tanto, si podéis elegir un lugar alejado de la calle principal, os lo recomendaríamos por encima de nuestro alojamiento. Tened en cuenta que, al fin y al cabo, es un pueblo pequeño y nunca vais a estar muy alejados del centro.
Dónde comer
Salimos a dar una vuelta por el pueblo y buscamos un lugar para comer. Queremos probar la gastronomía las highlands (altas montañas) polacas y por ello nos decidimos por Karczma Przy Mlynie. Este restaurante está ubicado a unos 10 minutos del centro en un chalet de madera muy típico y sirven comida tradicional. El precio no es de lo más barato que encontraréis en Polonia, pero nos pareció más que razonable. Pedimos un bol de pierogis (22 zlotys) y queso de oveja ahumado con pan y salsa de arándanos (15 zlotys), ambos como entrante. El plato principal fue una bandeja de carne de cerdo, pollo y salchichas de cordero al grill (44 zlotys). En total, la cuenta suma 81 zlotys (unos 19€).
Qué ver en Zakopane
Pues no mucho, la verdad. Los atractivos turísticos más señalados son la calle principal y alguna que otra iglesia de madera, aunque en nuestra opinión, aparte de haber tan solo unas pocas, no están muy bien señalizadas. La primera que vimos fue la capilla Gąsieniców que, a pesar de ser de piedra en lugar de madera, tiene su encanto. Además, tiene un cementerio bastante bonito, al que a pesar de tener que pagar para entrar, puedes echarle un buen vistazo desde la entrada.
Seguimos el recorrido siguiendo las indicaciones y después de mucho andar y de pensar que nos hemos perdido, nos encontramos un enorme edificio religioso, el Santuario de Nuestra Señora de Fátima (Matki Bożej Fatimskiej). Tiene un aire muy moderno, ya que se construyó entre el 1987 y el 1992, para dar las gracias a la virgen de Fátima por proteger la vida del Papa Juan Pablo II, que había sufrido un intento de asesinato en 1981. De hecho, justo cuando llegamos están conmemorando algo importante, aunque no logramos aclarar que es, ya que todo esta en polaco: hay cientos de personas, la radio e incluso cámaras de televisión. ¡Hay que ver el cariño y la devoción que tienen los polacos por Karol Wojtyla!
Seguimos ahora las indicaciones que nos llevan por un sendero en la campiña, hasta que llegamos a una tercera iglesia, muy discreta y de madera. Concluimos que las iglesias de Zakopane no tienen nada que ver con los espectaculares templos de madera que pueden verse en otras zonas de la Pequeña Polonia. Decidimos que para regresar al pueblo, lo haremos a través del campo, ya que nos parece ver un sendero de vuelta que discurre entre los prados y la montaña. El camino resulta ser mucho más bonito que el que hemos realizado a la ida, a pesar de que el cielo se tiñe de un gris oscuro preocupante y llovizna por momentos. Desde esta ruta, podéis ir a la cascada del valle de Strążyska si hace buen día (contad 1h30 para llegar sólo ida).
Ya ha oscurecido cuando llegamos a nuestro hostal y estamos agotados. Lo que tenía que ser un paseo en busca de iglesias de madera se ha convertido en una excursión en toda regla. Y eso que la ruta por las montañas la tenemos prevista para mañana, así que con agujetas y alguna que otra ampolla, cenamos en el hostal, preparamos unos sándwiches para mañana y nos vamos a dormir.
Excursión a Morskie Oko
Nos levantamos temprano para salir de excursión a las montañas del Tatras. Nuestro destino, Morskie Oko, un lago en las montañas al que llaman Ojo del Mar por su color azul marino. Pero primero hay que llegar al Parque Nacional del Tatras y para ello nos dirigimos a la parada de autobuses de la calle Tadeusza Kościuszki. No hay ni números de autobús ni horarios, sino minibuses con carteles en el parabrisas y conductores que llaman a los turistas a grito pelado. Pagamos unos 2€ y nos subimos a uno de ellos. Los buses se van cuando están llenos y por llenos, nos referimos a rebosar, con gente de pie en el pasillo nivel «no me puedo caer porque no hay sitio». En 30 minutos por una carretera sinuosa de la que poco podemos ver porque esto está abarrotado, llegamos a Palenica Białczańska, donde se encuentra una de las entradas al Parque Nacional Tatra y pagamos 1€ simbólico por el acceso al área natural. La ruta hacia Morskie Oko es larga (2h30 sólo ida) pero muy fácil, por lo que si hace buen día os vais a encontrar con muchísima gente. La subida es constante, pero poco pronunciada. El camino está asfaltado, aunque se puede tomar un atajo por una ruta sin asfaltar. Nosotros cogimos el sendero en el bosque y llegamos en unas 2h.
Otra opción es tomar un carro de caballos. Creemos que no son muy caros, aunque la verdad es que a nosotros, aparte de que ni nos lo planteamos porque hemos venido precisamente de excursión, viendo como cargaban los carros con alrededor de 30 personas, nos dieron bastante pena.
Las vistas cuando se llegan al lago son impresionantes. Las montañas alrededor caen de forma abrupta hacia el lago y se reflejan en su superficie dejando estampas de postal. Desde el gran edificio de madera que se encuentra al borde del lago y que hace las veces de mirador y restaurante, tomamos un sendero que bordea el lago: la vuelta entera toma aproximadamente unos 45 minutos.
Llegados al otro extremo nos desviamos del sendero circular y subimos la montaña hacia Czarny Staw, un lago de dimensiones más pequeñas a los pies del monte Rysami a 1583m de altitud. La subida aquí es bastante ardua y llegamos al lago extenuados después de unos 45 minutos de subida.
El esfuerzo merece la pena tanto por el entorno del lago superior (incluso la niebla que cubre el Rysami le da un aire más dramático) como por las vistas al lago Morskie Oko desde las alturas.
La bajada es menos costosa, aunque hay que ir con cuidado y no despistarse demasiado con las espléndidas vistas, porque está muy empinado.
Llegamos de nuevo al sendero circular del lago, dónde aprovechamos para montarnos el picnic antes de seguir. Sobre la una del mediodía terminamos de bordear el lago. A estas horas el restaurante y toda la zona justo enfrente del edificio están ya repletos de excursionistas, así que si vais a visitar Morskie Oko y queréis hacerlo con un mínimo de tranquilidad, salir temprano es esencial.
Desde aquí empezamos el descenso y a las 15h15 estamos en el aparcamiento, donde repetimos el proceso de esta mañana. No hay horario, sino griterío de conductores que van y vienen. Eso sí, hay tanta afluencia de minibuses que no vamos tan apretujados como por la mañana, cuando había bastante gente pero poco transporte. Y en media hora volvemos a estar en Zakopane.
¡Calculad bien el tiempo!
2h30 de subida a Morskie Oko + 45 minutos alrededor de Morskie Oko + 1h30 de subida y bajada a Czarny Staw + 2h de bajada al aparcamiento = 6h45 de excursión
A Cracovia, esta vez en autobús
Vamos a recoger las maletas al hostal, dispuestos a marcharnos ya dirección a Cracovia, nuestra próxima parada urbana en nuestro recorrido de 15 días por Europa Central. A pesar de las curvas en la carretera de Zakopane a Cracovia, el trayecto en autobús ahorra al viajero casi una hora y cuarto, ya que se cubre el recorrido en 2h15 frente a las 3h30 que tarda el tren. Y como no queríamos llegar demasiado tarde a Cracovia, optamos por coger el bus (el precio oscila entre 2 y 4€ según la hora), aunque si sois propensos a marearos y tenéis tiempo, os recomendaría el tren por la comodidad.
Y hasta aquí nuestras andadas por las montañas del Tatras. ¡Ya deseamos conocer todo lo que Cracovia tiene por ofrecernos!
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