Un día en Córdoba

Ideal para una escapada de fin de semana, nosotros recorrimos Córdoba en un día desde Sevilla en nuestro primer viaje a Andalucía. Aprovechamos un puente de 4 días: estuvimos tres en la capital hispalense y nos reservamos un día para Córdoba, cogiendo un tren a las 7h30 y regresando a las 20h. El trayecto dura 1h15 y cuesta 11€ si se evitan las horas puntas.
El principal motivo de nuestra visita era visitar la mezquita-catedral de Córdoba. Sin embargo, llevando un itinerario bien organizado, un día en Córdoba da para mucho más.
De la estación de RENFE al centro
Córdoba es una ciudad pequeña y desde la estación se tardan unos 15 minutos en llegar al centro histórico a pie. Si el calor aprieta en verano o lleváis mucho equipaje también hay dos líneas de bus, la 3 y la 4, que paran justo saliendo de la estación a la izquierda y os dejan en el centro.
Mezquita-catedral: entradas
Hemos venido a Córdoba con la mezquita-catedral en mente y, por lo tanto, nos vamos directos a la entrada antes de que abran pensando que, como suele ser costumbre en los viajes, madrugar tiene premio. No obstante, al llegar al patio de los Naranjos, la fila para entrar es bestial. La verdad es que no nos apetece nada ver un monumento al que le tenemos tantas ganas tan masificado, así que decidimos comprar las entradas ahora y hacer la visita por la tarde, esperando que no haya tantas visitas guiadas y grupos, lo que resultará ser un acierto que os contamos luego.
Para comprar las entradas, hay dos opciones: hacer la cola kilométrica o comprarlas en dos minutos en la máquina a la que inexplicablemente nadie hace caso. La máquina solo acepta efectivo. Son 10€ por persona y la entrada da acceso a cualquier hora del día. Os recomendamos encarecidamente que reviséis los horarios de la mezquita-catedral con anterioridad a vuestra visita aquí (horarios y disponibilidad), ya que según el día abre seguido de 10 a 19h, mientras que otras veces hay una pausa de visitas a mediodía o cierran más temprano.
Otro dato importante es que el acceso al conjunto monumental es gratuito de lunes a sábados de 8h30 a 9h30. Sin embargo, solo se puede permanecer en el interior sin pagar durante esta franja horaria. Quizás este horario tan limitado no sea la mejor idea si es vuestra primera visita, pero si volvemos y el horario nos cuadra, no desperdiciaríamos la oportunidad de volver a ver todo el esplendor de la mezquita-catedral así.
Puente romano
Salimos del patio de los Naranjos y adelantamos las siguiente visitas para poder regresar a la mezquita-catedral sobre las 16h. Rodeamos el edificio hasta llegar al puente romano sobre el río Guadalquivir. En el extremo del puente más cercano a la catedral está la Puerta del Puente, en forma de arco de triunfo, mientras que en el otro lado se ubica la Torre de la Calahorra, una fortificación de origen islámico.
Alcázar de los Reyes Cristianos
Desde el Puente Romano, un corto recorrido a lo largo del río nos lleva hasta el Alcázar. Nuestra intención no es entrar, sino dirigirnos a la judería. Principalmente, preferimos dedicar el tiempo que tenemos a otros lugares, además de que ya vamos a visitar el alcázar de Sevilla. La entrada al palacio y los jardines cuesta 4,5€.
La judería
Nos adentramos por las callejuelas del antiguo barrio judío de la ciudad. Aunque en invierno no es el mejor momento para ver los patios cordobeses con todo el colorido de las flores, callejear por este barrio sin rumbo nunca es mala idea. Encontramos algunos patios abiertos, la sinagoga (justo delante de la estatua a Maimónides, médico y pensador judío) e incluso una calleja dedicada al más típico de los platos cordobeses: el salmorejo.
Plaza de las Tendillas y churros en Don Pepe
Salimos de la judería y las calles se vuelven más modernas de camino a la plaza de las Tendillas, la zona más comercial de la ciudad.
Desde aquí, estamos a apenas unos minutos del bar Don Pepe, popular en la ciudad por sus churros con chocolate. Un chocolate caliente y tres churros, no, churracos, por 2,4€ que nos sirven de segundo desayuno a las 11h, ya que el que llevábamos para el trayecto en tren con el madrugón nos ha sabido a poco.
Iglesia de San Pablo
Después de los churros, llegamos a la calle Capitulares en dirección al palacio de Viana cuando vemos la entrada de la iglesia de San Pablo y, por curiosidad, echamos un vistazo. El templo no es muy famoso, pero el acceso es gratuito y vale la pena si os viene de paso.
Palacio de Viana
Como hemos comentado, el invierno no es la mejor época para ver patios cordobeses pero la excepción es sin duda el palacio de Viana. El horario es de martes a sábado de 10 a 19h, domingos y festivos de 10h a 15h. En julio y agosto solo abren por la mañana de 9 a 15h de martes a domingo, suponemos que por el calor extremo que debe hacer por la tarde.
Se realizan visitas guiadas de la casa, conjuntamente con los patios, o se puede optar por visitar únicamente los patios, 12 en total. Nosotros nos decantamos por la segunda opción, que cuesta 5€ por persona. Si tu visita coincide en miércoles, de 14 a 17h es gratis 😉
Cada patio del recorrido cuenta con su propio estilo y en todos entran unas ganas locas de echarse fotos de lo bonitos que son, así que calculad bien el tiempo si tenéis planeadas más visitas.
El Cristo de los Faroles
Después de tomar mil fotos en el palacio de Viana, damos un paseo por la zona hasta llegar al Cristo de los Faroles en la plaza Capuchinos, parte del patio de un convento desamortizado. Se trata de una escultura de un Cristo crucificado, rodeado por las sinuosas formas de ocho faroles, de ahí el nombre.
El paseo por los barrios de San Andrés y San Pablo en sí vale la pena, sorprendiendo el visitante aquí y allí con coloridos azulejos que contrastan con el blanco de las tradicionales casas cordobesas.
Bar El Correo y la Taberna Góngora
Hora de comer y hemos escogido el lugar más famoso de Córdoba, la Taberna Góngora, un acierto en cuanto a comida pero un error en cuanto a horarios. Deberíamos haber llegado antes. El lugar está repleto a la 1h30 y nos dicen que nos va a tocar esperar un buen rato. Tanto que decidimos acercarnos a otro clásico cordobés a mediodía para aligerar la espera: el bar El Correo.
Más que de un bar, se trata de una barra, porque apenas caben unas cuantas personas de pie en el pequeño local. La gente se aglomera en la calle frente al bar en un ambiente de lo más festivo antes de ir a comer o por la noche. De hecho, el horario es bien limitado: de 11h30 a 15h30 a mediodía y de 19h30 a 23h por la noche, lunes cerrado.
Únicamente sirven cerveza. El grifo no para, van tirando cañas que apenas tocan el mármol de la barra porque siempre hay clientes esperando las suyas.
Después de esta previa a la comida, regresamos a la Taberna Góngora, donde todavía nos toca esperar 40 minutos más. Al final, son las 14h45 cuando nos sentamos, así que no vamos a tener tiempo para la sobremesa porque al salir de aquí nos tenemos que ir pitando a la mezquita-catedral.
Pedimos, como no, salmorejo y flamenquín, dos clásicos de la cocina cordobesa. El flamenquín es masivo de gigante, de hecho, yo creo que te lo traen medio doblado porque no hay freidora en la que quepa. También pedimos berenjenas fritas con miel y croquetas de rabo de toro, que están tremendas y la ración es industrial. Con tinto de verano y cerveza, pagamos 20€ tres personas: bueno, enorme y barato. Bonito, vista la foto del flamenquín, pues no.
Ahora sí, mezquita catedral
Son las 15h40 cuando terminamos de comer y salimos disparados a la mezquita-catedral. Entramos un poco antes de las 16h y salimos a la hora del cierre. Llevamos suerte y venir por la tarde nos ha salido bien: hay gente, pero tampoco agobia y hay muchísima menos que esta mañana cuando hemos comprado las entradas. Además, cuanto más se acerca la hora de salida, más se vacía el templo.
Nada más entrar es imposible no quedarse impresionado por la sucesión de columnas ante nuestros ojos. Además de ser el centro neurálgico de la ciencia y la cultura en Al-Andalus, Córdoba fue digna competidora de Damasco y Bagdad en la época del califato y su mezquita fue construida y ampliada acorde a ello.
Nos flipan como se integran los elementos cristianos en la mezquita, así como la nave de la catedral, situada en el centro del recinto.
Si la catedral por si sola bien merecería una visita, el contraste con el resto del edificio la hace todavía más especial.
Además de la sorprendente mezcla de estilos y religiones, sin duda la parte más bella de la mezquita la que constituyen la maqsura, una sala reservada para uso del califa, y el mirhab, un portal de herradura profusamente decorado que le da acceso. Era como volver a estar en las madrassas de Marruecos: el arte islámico nos tiene enamorados.
Calleja de las Flores
Salimos de la mezquita catedral embelesados. A la derecha justo enfrente, recorremos la calleja de las Flores, un callejón sin salida que debe ser el más concurrido de todo Córdoba gracias a sus tiestos de flores que enmarcan a la perfección la torre de la mezquita-catedral.
Templo romano
Aparte del puente, el templo romano es el vestigio más importante de la época romana de Córdoba. Estas columnas corintias fueron descubiertas durante una ampliación del ayuntamiento en 1950.
El templo está cerquita de la plaza de la Corredera, que corresponde en estilo a la mayoría de plazas mayores españolas: rectangular y con arcos cubiertos, pero no vale la pena el rodeo hasta allí.
Regreso a Sevilla
Con esta visita, concluimos nuestra visita a Córdoba. Son las 19h, ha anochecido ya y tenemos el tren de vuelta a Sevilla en una hora. Con calma, nos dirigimos a la estación y damos por terminado el día. Como recomendación, si hubiéramos tenido dos días enteros en la ciudad, no habríamos dudado en incluir la visita a los alcázares en nuestro itinerario, así como también una escapada a la vecina Medina Azahara. ¡Lo dejamos para la próxima!
En resumen: