Belfast es la capital de Irlanda de Norte, parte del Reino Unido. Con menos de 350.000 habitantes, se antoja una ciudad modesta para ser capital, pero sin embargo está llena de historias que vale la pena descubrir. Entre sus atractivos están el muelle donde se construyó el Titanic y el puerto desde donde zarpó en su fatídico viaje inaugural; los murales al oeste de la ciudad, testimonios de una guerra civil que duró hasta finales del siglo XX y cuyas tensiones no se han borrado todavía; y, finalmente, ser la ciudad donde se encuentran los estudios de grabación de la famosa serie de televisión de Juego de Tronos. Os lo contamos todo para que podáis conocer la ciudad entera en dos días. O uno y medio, que es exactamente cómo lo hicimos nosotros, con un día entre y entre para conocer la costa de Antrim y la Calzada del Gigante.
Cómo llegar al centro desde el aeropuerto
Si aterrizáis en Belfast City Airport: bus 600 justo fuera de la terminal por 2,50£ (sólo ida; 3£90 ida y vuelta). Hace varias paradas de camino al centro (Titanic Quarter, Donegall Square) y para en Great Victoria Street, justo en el Europa Hotel. El trayecto son unos 20 minutos. Alternativamente podéis coger también el tren en Sydenham Bypass, a 10 minutos andando del aeropuerto. Sale cada media hora, el ticket cuesta 1,80£ y os deja también en la estación de Great Victoria. Por comodidad y frecuencia, es mejor tomar el bus, en nuestra opinión.
Si aterrizáis en Belfast International Airport: está más lejos y la única opción en transporte público es el bus 300, justo fuera de la terminal. El bus para en la central de autobuses del Euripa Hotel. Cuesta 7,50£ (viaje sencillo, 10.50£ la ida y vuelta).
Dónde alojarse
Belfast no es un destino muy turístico a día de hoy. La mayoría de turistas que visitan la isla de Irlanda se quedan en la República de Irlanda y rara vez cruzan a esta parte del Reino Unido. No hay mucha variedad de alojamientos, por lo que pudimos ver al reservar, y los precios son tirando a altos, incluso al cambio de libra esterlina que es muy favorable ahora mismo.
Por este motivo nosotros escogimos quedarnos en dos hostales: el Lagan Backpackers y el Global Village; ambos reservados a través de la web de Hostelworld.
El Lagan Backpackers tiene una cosa buena: desayuno inglés completo incluido en el precio. Todo lo demás, regular para pasar la noche. Habitaciones estrechas y oscuras, espacio común bastante limitado y de dudosa limpieza.
El Global Village, en cambio, se encuentra en una calle paralela y el ambiente es totalmente diferente. El desayuno incluido consta de las típicas tostadas con mantequilla y cereales, pero los espacios comunes y las habitaciones son espaciosas y luminosas, bien limpias y provistas de todo tipo de entretenimiento: desde un futbolín y una mesa de ping pong, hasta televisor y consola de videojuegos. Que tampoco hemos venido a Belfast a jugar a la Wii, pero os da una idea de la atmósfera que ofrece este hostal.
Qué ver
Día 1:
Empezamos nuestro recorrido en Belfast en Donegall Square, donde se alza el imponente edificio del Ayuntamiento, construido a raíz del otorgamiento de estatus de ciudad a Belfast por parte de la reina Victoria a finales del siglo XIX. De hecho, la figura de esta monarca se encuentra justo delante del edificio, en los jardines. Se puede visitar el interior del edificio con una visita guiada que os recomendamos fervientemente. Es gratuita, aunque como no se puede reservar, os sugerimos que lleguéis con antelación a la hora de inicio y preguntéis en recepción. Aquí podéis consultar los horarios de visita, que varían según la época del año.
En el interior podéis ver la famosa Rotonda, debajo de la cúpula, así como las coloridas cristaleras que celebran a San Jorge y otros personajes ilustres, la industria naval de la ciudad o conmemoran eventos como la Gran Hambruna o incluso la Guerra Civil española.
Durante la visita guiada se pueden ver la sala de plenos del Ayuntamiento, así como la sala donde se guardan las túnicas de los concejales y la vara del alcalde o una magnífica sala de recepciones.
Una vez terminada la visita del ayuntamiento salimos de nuevo a la calle y seguimos la calle comercial Donegall Place hasta que giramos a la izquierda en Castle Street para poner rumbo a la zona oeste de Belfast. Dos barrios antagónicos se extienden en esta zona alrededor de Falls Road (católica y republicana, en contra de la pertenencia de Irlanda del Norte al Reino Unido) y alrededor de Shankill Road (protestante y unionista, con un fuerte sentimiento británico). Estas dos facciones protagonizaron enfrentamientos violentos desde la división de Irlanda tras la independencia hasta bien entrados los noventa, conflictos en los que el IRA y el ejército británico tuvieron un papel central. A día de hoy, la guerra ha terminado pero las tensiones andan lejos de estar calmadas, como bien atestigua el Muro de la Paz que separa los dos barrios (¡qué manía con apodar de la paz a los muros que nos separan!).
Las afiliaciones de cada bando también se hacen patentes en los murales callejeros de Falls Road y los escaparates de las tiendas, repletas de pegatinas que apoyan al Sinn Feinn (principal partido republicano) y lemas revolucionarios. Los murales celebran la causa de la independencia irlandesa, pero también recuerdan otras causas similares, en el País Basco, por ejemplo, y líderes mundiales que fueron encarcelados, como Nelson Mandela, así como murales de apoyo a los líderes del IRA.
Entre otros revolucionarios, quizás el más famoso de los representados en los murales es Bobby Sands, que además de miembro del IRA, fue elegido parlamentario (y renunció a su escaño en el Parlamento Británico como forma de protesta) y fue un reconocido poeta. Murió a consecuencia de una huelga de hambre que emprendió en la cárcel al negarse a llevar la ropa de preso.
Al otro lado del feo Muro de la Paz, el barrio unionista destaca por el patriotismo de sus habitantes. La Union Jack ondea en todas las casas y abundan las pintadas celebrando la monarquía británica. Incluso hay un memorial a las víctimas del IRA, cuyos miembros son celebrados como héroes o tildados de terroristas según el lado del muro en el que nos encontramos.
Los taxis negros de Belfast ofrecen tours guiados en los que se explica la historia detrás de los murales del oeste de la ciudad. El precio de un taxi lleno debería ser de entre 10 y 15 libras por persona. De otro modo, podéis realizar el recorrido a pie, como lo hicimos nosotros. Algunas de las calles clave para realizar un recorrido a pata serían Falls Road, Islandbawn, Beechmount Avenue, Cuper Way y Shankill Road. Y aunque mucho más alejados, también hay bastante concentración de murales en los alrededores de Whiterock Road y Ballymurphy Road (en el bando republicano) y Shankill Parade (en el bando unionista).
Son las 14h cuando regresamos al centro de Belfast y nos disponemos a comer (mala hora española para el horario de comidas irlandés, pero acostumbrarse nos va a llevar algunos días). Luego, seguimos nuestro camino recorriendo las calles del barrio de la catedral de Santa Ana.
Como anochece tarde y nos da tiempo, sobre las 16h00 cogemos un bus desde Donegall Square (el más rápido es el 26a) que nos lleva del centro al Titanic Quarter. Nuestra intención no es ver el nuevo museo del Titanic (que seguro que para aquellos interesados en su historia tiene que ser una pasada – precio de la entrada: 17,50£) sino llegar a los astilleros donde se construyó el barco más grande de la historia en su época. Podéis ver la flamante arquitectura del nuevo museo del Titanic aquí:
Para llegar a los astilleros hay que andar unos 15 minutos desde aquí. La visita a este lugar nos cuesta 3 libras por persona y nos da acceso a la estación de bombeo (a través de la que se saca el agua de la dársena para la construcción) y a la dársena en sí. Creemos que son más baratas de lo que aparece en la página web ahora porque el centro de visitantes está cerrado por obras y las entradas se compran provisionalmente en el café 1404, en el mismo edificio.
Encontrarse entre las altas paredes del muelle da una mínima idea de la magnitud del Titanic y de los medios utilizados en su construcción.
Volvemos a pie hacía el centro, pasando por delante de los Titanic Studios, que utiliza el equipo de Juego de Tronos para las escenas en interiores, y ya llegando al centro, el Big Fish, un enorme pez recubierto de cerámica decorada con motivos relacionados con la historia de la ciudad.
De camino al hostal paramos en el pub más famoso de Belfast, The Crown Liquor Saloon (una visita tan turística como imprescindible que os detallamos al final de la entrada) a tomar unas pintas. El local se encuentra enfrente del Europa Hotel, desgraciadamente conocido por ser el hotel más bombardeado de la historia. Nunca hubo víctimas, pero el IRA lo usaba como blanco para llamar la atención de los altos cargos, diplomáticos y celebridades que se alojaban en él.
Día 3:
Como anteayer nos pateamos prácticamente toda la ciudad de sur a norte y de oeste a este, hoy nos toca explorar qué hay más al sur de nuestro alojamiento. Por ello, nos dirigimos primero a los Jardines Botánicos de la ciudad. Se trata de unos jardines de dimensiones reducidas, pero ideales para un paseo mientras esperamos que abran el Ulster Museum a las 10h, que se encuentra en uno de los extremos de los jardines.
El museo es gratuito e incluye un batiburrillo de historia, ciencia y artesanía de Irlanda del Norte. Especialmente interesante nos pareció la sección dedicada a The Troubles, como se conoce la época de conflicto armado entre unionistas y republicanos. Como curiosidad, para los fans más acérrimos de Juego de Tronos, hay una sala dedicada única y exclusivamente a un tapiz bordado que representa todos y cada uno de los episodios hasta hoy. ¡Impresionante! 70 metros de tapiz que zigzaguean y, al llegar al final, si la serie está en marcha tendréis la oportunidad de ver a los artesanos tejiendo el último episodio para añadirlo a la secuencia.
Tras esta visita, deshacemos camino para pasar por delante de la Queen’s University.
Y luego nos dirigimos hacia el centro de Belfast de nuevo, para visitar e ir a comer al Saint George’s Market, un mercado cubierto en el que encontraréis desde los típicos souvenirs, artesanía y puestos de comida. Abre todos los días y aunque cierra más temprano los fines de semana, es precisamente los sábados y domingos que vuestra visita puede verse amenizada con música en directo.
Dónde comer
Maggie May’s: una pequeña cadena de restaurantes donde sirven platos muy variados y donde se puede comer por unas 8£. ¡Ojito con las cervezas, que pueden ser casi tan caras como la comida! Nosotros probamos un plato parecido al típico desayuno inglés (salchichas, judías con tomate y patatas al ajo) y una cacerola de pollo con champiñones a la crema con patatas.
Kelly’s Cellars: un pub irlandés de los de toda la vida. Vale la pena aunque sea solo por la decoración, con cacerolas y utensilios de cocina colgados del techo y carteles de Guinness. Solo sirven estofado irlandés (a 4£ el bol y sabe que alimenta), con lo que si os pedís unas pintas al final la comida os sale por unas 8-9£. Muy, muy recomendable.
Saint George’s Market: el mercado cubierto de Belfast es el lugar ideal para probar el Belfast bap, un panecillo que se sirve con salchichas, bacon y huevo. O a veces también con hashbrowns(a base de patata). Colesterol en vena, pero rico, rico. Podéis cenar de ensalada luego para sentiros mejor. Cuesta unos 4£. Y si no os convence, el mercado está lleno de paradas de comida internacional (hindú, chino, mexicano y hasta paella con chorizo) donde seguro que encontráis algo que os guste.
The Crown Liquor Saloon: justo delante del Europa Hotel, yo no lo recomendaría para comer, ya que los precios son tirando a caros y la relación calidad-precio deja bastante que desear por las críticas que hemos oído. Pero por su carácter histórico, no dejaría de ir a tomar una pinta o un whiskey irlandés, ya que ahí sí que aunque el alcohol es caro en toda la isla de Irlanda, los precios son iguales que los que os encontraréis en casi cualquier pub del centro. Os encantará por el ambiente de pub que se crea por las tardes y por su rica decoración. Y si tenéis un poco de suerte, podréis sentaros en uno de sus cubículos de madera totalmente independientes.
Si habéis estado atentos a la historia de Belfast os preguntaréis cómo puede ser que un pub que se llama La Corona puede tener tanto éxito en un lugar donde la opinión sobre la monarquía no puede estar más dividida. La historia cuenta que el bar lo abrió un católico casado con una protestante. La mujer convenció al marido para que abriera un pub y le rogó que lo llamara The Crown y pusiera una corona en algún lugar del local. El hombre, preocupado por el que dirían sus amigos católicos, le comentó el problema a un amigo suyo que hacía mosaicos. A éste se le ocurrió la solución definitiva: colocar un mosaico de la corona en el suelo delante de la puerta de modo que todos pisaran el símbolo monárquico al entrar, a la vez que le hacía caso a su mujer (quien, por lo visto, no le volvió a pedir al marido nada más).
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