La capital checa nos esperaba tras tres fantásticos días en Cracovia. A las 22h de nuestro último día en la ciudad polaca, estábamos ya instalados en nuestro compartimento de camas del tren nocturno que estaba a punto de salir de la estación de Krakow Glowny y llegaba a las 7h a Praga.
Dónde alojarse
En esta ocasión confiamos en Airbnb para nuestro alojamiento en Praga. Pasamos una noche en la casa de un estadounidense que trabaja en República Checa y alquila las habitaciones de su piso en la calle Beneditska, a 10 minutos de la Plaza Vieja, por 35€ los dos. Tenemos que decir que en esta ocasión, a pesar de que la estancia fue correcta, echamos en falta el espíritu de Airbnb: no llegamos a conocer al anfitrión en persona y los inquilinos de las otras dos habitaciones eran polos opuestos y ninguno de ellos nos gustaba: unos por inhibidos (salías a la cocina y ellos se metían corriendo al cuarto) y otros por ruidosos (no llegué a conocer a Mario, Andrea y Alessio, pero me sé perfectamente sus nombres).
Pero a pesar de que esta haya sido nuestra experiencia menos gratificante en Airbnb, recomendamos la plataforma para aquellos que quieran compartir vivencias con locales y, de paso, encontrar alojamientos más originales e incluso si buscáis bien mucho más económicos que un hostal. De hecho, si todavía no os habéis registrado, podéis hacerlo aquí y conseguir 30€ de crédito de viaje para vuestra primera reserva.
Qué ver en Praga: primer día
Llegamos a Praga a las 7 de la mañana y algo agotados. Este trayecto en tren nocturno no ha sido tan apacible como los demás. Por algún motivo, ha sido un poco más brusco y ha habido más ruido, como si la puerta del compartimento de nuestros vecinos no cerrara bien. Encima, llevamos ya 10 días de viaje y se nota. Pero tenemos previsto empezar nuestra visita por el Castillo de Praga y queremos aprovechar el madrugón para visitarlo enseguida que abra para verlo sin aglomeraciones. Como no podemos hacer el check-in en el apartamento todavía, dejamos la maleta en la consigna de la estación y nos vamos hacia el Castillo de Praga.
Inevitablemente, por el camino pasamos por la Plaza Vieja y, a pesar de que decidimos no detenernos mucho, es un lujo poder ver el Reloj Astronómico con apenas gente en la calle.
Aunque suele ser conocido como Reloj Astronómico, en realidad el monumento consta de dos esferas: un calendario y un reloj. La esfera inferior es la del calendario y se encuentran representados los meses y las estaciones del año, además de un completísimo santoral. Pero lo más destacable es sin duda el Reloj Astronómico, que marca el tiempo de cinco formas diferentes. El mecanismo, que data de 1410, es tan único y complejo que dice la leyenda que las autoridades dejaron ciego al maestro relojero que lo creó para que no pudiera hacer otro igual.
Cuatro figuras nos llaman la atención a uno y otro lado de cada una de las esferas. En el caso del calendario, se trata de un filósofo, un ángel, un astrónomo y un cronista. Pero las figuras que hay al lado de la esfera del reloj son todavía más interesantes, ya que se trata de representaciones al más puro estilo medieval de males como la vanidad (un hombre con un espejo), la avaricia (un judío con una bolsa de dinero), la muerte (un esqueleto con un reloj de arena) y la lujuria (un príncipe turco). Además, estas últimas cuatro figuras entran en movimiento cuando suena el carrillón del reloj a las horas puntas, a la vez que salen las doce figuras de los apóstoles por las pequeñas puertas situadas encima de las esferas.
Seguimos nuestra ruta hacia el Castillo de Praga. A medida que avanzamos, algunos comercios (pocos) empiezan a abrir sus puertas. Nos llama la atención la Casa del Minuto, con esgrafiados renacentistas de escenas bíblicas en sus paredes exteriores. Kafka vivió brevemente en esta casa, junto con sus padres.
Y pronto llegamos al río: en la otra orilla se alza el Castillo de Praga sobre un pequeño montículo.
No son todavía las 8 de la mañana y ya hemos llegado al puente de Carlos, que recorreremos con toda tranquilidad ya que el Castillo no abre hasta las 9h y vamos muy bien de tiempo. El puente de Carlos une la Ciudad Vieja (Stare mesto), que hemos dejado atrás, y la Ciudad Pequeña (Mala strana), cuna de la realeza. Mide casi medio kilómetro y está flanqueado por pétreas estatuas, a las que vale la pena observar con detenimiento.
Ya casi estamos en el castillo, aunque la subida a lo alto de la colina se nos hace muy cuesta arriba. Y una vez que llegamos, nos toca esperar poco más de un cuarto de hora para poder comprar los tickets y entrar a descubrir el Castillo de Praga.
Hay varias opciones para las entradas:
– Circuito A: Catedral de San Vito, Palacio Real, Basílica de San Jorge, Callejón del Oro y Torre Daliborka, Torre de la Pólvora y Palacio de Rosenberg. 350 coronas checas (13€)
– Circuito B: Catedral de San Vito, Palacio Real, Basílica de San Jorge, Callejón del Oro y Torre Daliborka. 250 coronas checas (9,50€)
– Circuito C: Exposición «Tesoro de la Catedral de San Vito» y Galería de Arte del Castillo de Praga. 350 coronas checas (13€)
Nosotros compramos entradas para el Circuito B y a las 9h, que es cuando abren los edificios emblemáticos, ya estamos a punto para visitarlos. Empezamos por el Antiguo Palacio Real, del que puede recorrerse varias estancias, entre las que destaca la Sala de Vladislav.
Para la siguiente parte del recorrido, nos vamos directos al Callejón del Oro. Está en la otra punta del recinto del Castillo de Praga, pero al ser un callejón, como su nombre indica, se llena de gente rápido y preferimos verlo ahora que todavía no han llegado los tours guiados. Se trata de un pasaje empedrado con casas que preservan la estética de antaño. Algunas de estas casas muestran cómo era la vida en el Castillo en diferentes épocas. Por ejemplo, puede verse cómo era el hogar de un miembro de la guardia real. En las plantas superiores, hay una interesante exposición de armas y armaduras.
Deshacemos ahora nuestros pasos para llegar a la basílica de San Jorge, de la que visitamos el interior, en apariencia austero pero con espectaculares frescos, antes de dirigirnos a la Catedral de San Vito.
La Catedral de San Vito es un templo grandioso, donde fueron coronados los reyes de Bohemia. El exterior ya impresiona: aquí os dejamos una foto del ábside del templo desde la basílica de San Jorge y del mosaico del Juicio Final en la fachada sur.
En el interior, nos encontramos con unos bonitos vitrales, además de el panteón real y los fabulosos frescos de la capilla de san Wenceslao.
Al salir de la Catedral, ya son las 12 del mediodía y los terrenos del Castillo de Praga ya están a rebosar, además que coincide con la hora del cambio de guardia en el Palacio. Aunque nos resulta algo agobiante, con tanta gente y con el sol que está haciendo hoy, decidimos quedarnos a verlo.
En poco menos de 20 minutos, termina la ceremonia, que es más bien sencilla, y nos vamos a comer al Lókal Dohulááá (os contamos más sobre dónde comer en Praga al final de esta entrada) y después, a recoger las maletas y hacer el check-in en la habitación. Y no os vamos a mentir: a estas alturas del viaje y con la mala noche que hemos pasado en el tren ya no podemos más y revisando los lugares que tenemos que visitar en Praga, llegamos a la conclusión de que no va a pasar nada si nos tumbamos a echar la siesta una horita. Sobre las 15h30 suena el despertador y al cabo de poco ya volvemos a estar en la calle dispuestos a recorrer el centro de Praga. Volvemos a la plaza de la Ciudad Vieja, que hemos pasado muy rápido esta mañana, y disfrutamos más tranquilamente de las vistas. A destacar, encontramos las torres de la catedral de Tyn. Y digo las torres porque, curiosamente, este templo tiene su fachada completamente tapada por las casas de la plaza. En el centro de la misma plaza, se encuentra un monumento a Jan Hus, un reformista religioso y nacionalista, que criticó duramente a la iglesia católica (lo que desencadenó su condena a la hoguera y las posterior Guerra de los Husitas).
Pasado un rato, en la plaza, donde hemos estado esperando expresamente a que sonara el carrillón del Reloj Astronómico para ver el mecanismo de las doce figuras de los apóstoles, seguimos nuestra caminata recorriendo las calles empedradas del centro de Praga hasta que decidimos volver a cruzar el río, de nuevo a Mala Strana. Pero esta vez no vamos a ver el Castillo de Praga, sino la zona que se extiende un poco más al sur. En concreto, nos vamos a la plaza Velkopřevorské náměstí, donde se encuentra el Muro de John Lennon. Se trata de un muro que celebra la figura de John Lennon como pacifista, pero sobre todo, se considera una reivindicación de la libertad de expresión. En 1980, tras la muerte de John Lennon, empezaron a aparecer graffitis en este muro enfrente del Palacio Buquoy, que las autoridades comunistas se apresuraban a borrar, ya que las letras de las canciones de los Beatles estaban prohibidas y la figura de Lennon era considerada un símbolo de subversión. Pero las pintadas reaparecían y el arte como canto a la libertad se ha mantenido más allá de la caída del régimen hasta nuestros días.
Desde el Muro de John Lennon, nos acercamos al parque que se encuentra a los pies de la Colina de Petrin. Allí se encuentra un fantasmagórico conjunto escultórico de siete hombres bajando escalones: el primero está entero y los que lo siguen se van rompiendo y deshaciendo hasta el último, una figura humanoide apenas reconocible. El monumento está dedicado a las víctimas del comunismo. Muy cerca, se encuentra el Museo Kampa, en el exterior del que pueden verse las extrañas e inquietantes esculturas de bebés de David Cérny. Estas esculturas se colocaron en la torre de televisión Zizkov, pero en la explanada del museo puedes verlas más de cerca.
No son las únicas esculturas raras/feas que encontraréis en Praga. De hecho, no muy lejos del Muro de John Lennon, podéis encontrar también la escultura de los «meones», por así llamarlos: otra escultura de Cérny, justo delante del Museo de Franz Kafka, que representa a dos hombres haciendo pis en una fuente con la forma de la República Checa. Por lo visto, y para añadir un toque todavía más bizarro a la figura, los «meones» escriben frases de escritores famosos con los chorros de agua e incluso puedes mandar un SMS para que «escriban» tu frase. Otras esculturas famosas en Praga, también de Cérny, son la cabeza rotatoria de Kafka en Stare Mesto (un enorme cabezón hecho de piezas metálicas que giran sobre sí mismas) o la inmensa y geométrica escultura de una mujer embarazada desnuda, In Utero, también en una plaza de Stare Mesto.
Comienza a anochecer y regresamos a la Ciudad Vieja, donde cenamos y después de dar una última vuelta para ver el centro de la ciudad iluminado, nos vamos al apartamento.
Qué ver: segundo día
Esta mañana vamos a conocer el barrio de Josefov, el histórico barrio judío de Praga, que se extiende al norte de Stare Mesto. Como en muchas otras urbes europeas, el barrio judío era una zona estrictamente delimitada donde se instaló la comunidad judía. En Praga, fue a instancias de un pogromo: un caso de violencia contra una comunidad, en este caso la judía, ya que sus miembros fueron obligados a desplazarse a una zona amurallada de la ciudad. La judería vivió sus altibajos históricos, ya que una vez alcanzada cierta prosperidad, los judíos obtuvieron permiso para instalarse fuera del hacinado barrio, que quedó habitado solamente por aquellos judíos más ortodoxos o más pobres. Hoy en día hay muchas construcciones modernas en el barrio, principalmente de la segunda mitad del siglo XX, aunque se mantienen muchas de sus sinagogas en perfecto estado. Y es que los nazis quisieron conservarlas con la intención de crear un «museo exótico de una raza extinta». Un plan que, como mínimo, resulta estremecedor, sobre todo teniendo en cuenta que se calcula que dos tercios de los judíos de Praga no sobrevivieron a la Shoah.
En la visita al barrio de Josefov es imprescindible conocer sus sinagogas. Para ello, hay que comprar una entrada conjunta que incluye todas las sinagogas (a excepción de la sinagoga Vieja-Nueva)y el cementerio judío. El precio de la entrada es de 480 coronas checas (18€) los adultos y de 320 (12€) para estudiantes y niños. Nosotros compramos la entrada justo en el momento de apertura (en verano, abren de 9 a 18h) en la sinagoga Pinkas, ya que tiene anexado el cementerio judío y queremos visitarlo con tranquilidad.
La sinagoga Pinkas alberga un memorial a los judíos asesinados en el Holocausto en su planta superior y merece la pena echar un vistazo a su interior antes de acceder al cementerio judío. Durante siglos el cementerio judío fue el único lugar donde la comunidad podía enterrar a sus fallecidos. El limitado espacio del que disponían en un barrio superpoblado explica la disposición desordenada de sus tumbas: unas encima de otras y hasta doce niveles bajo tierra, ya que cuando no había más espacio, tenían añadir una nueva capa de tierra. Por este motivo, podréis ver unas 12.000 lápidas, pero se calcula que hay un total de unas 100.000 tumbas en el cementerio.
No hay código de vestimenta en las sinagogas, pero a los hombres se les proporciona unakippa de papel a la entrada y se recomienda llevarla en señal de respeto.
Seguimos nuestra visita con la que creemos que es el templo más bonito que veréis en Josefov: la Sinagoga Española. Su nombre se debe a que su estilo decorativo morisco recuerda al desarrollado en el sur de la Península Ibérica, por ejemplo, en la Alhambra.
Justo al lado de la Sinagoga Española encontramos esta curiosa estatua dedicada a Kafka. Se trata de una gran figura humanoide vacía que lleva a un hombrecillo a cuestas que se inspira en una novela corta del autor, Descripción de una lucha, en la que se narran una serie de conflictos personales del protagonista.
Las demás sinagogas de Josefov que pueden visitarse con la entrada son la sinagoga Maisel, la sinagoga Klausen y la sinagoga Alta. En su interior, podréis ver toda clase de objetos relacionados con la vida religiosa de los judíos (rollos ricamente ornamentados donde se guarda la Tora, punteros para no tocar el texto sagrado durante su lectura, menorahs), junto con explicaciones de sus tradiciones (circumsición, bar mitzvah, sabbath, bodas, funerales…). En conclusión, exposiciones que ofrecen una introducción amplia a la cultura religiosa y cotidiana de la comunidad judía.
La única sinagoga que sigue en funcionamiento a día de hoy es la Sinagoga Vieja-Nueva que, como os hemos comentado antes, no entra con la entrada a las demás sinagogas. Nosotros no entramos, pero sí escuchamos la leyenda del Golem, que según la historia, yace en el ático de la sinagoga a la espera de ser despertado de nuevo.
El Golem es una criatura imaginada por el rabino Judah Low. Según la leyenda que él mismo inventó, el rabino creó un ser antropomorfo de arcilla y lo trajo a la vida para defender al pueblo judío de los pogromos en el siglo XVI. Se dice que el Golem podía ser despertado cuando se le introducía en la boca un shem, una inscripción con el nombre de Jahvé, con la única condición de que debía ser retirado el viernes por la noche para respetar el descanso del Sabbath. Sin embargo, a Judah Low se le olvidó esta consigna un viernes noche y el Golem se volvió violento, causando destrozos a su paso hasta que el rabino consiguió desactivarlo y estalló en pedazos. El final de la historia cuenta que los restos de su cuerpo se guardaron en el ático de la sinagoga, lo cual ha inspirado toda clase de relatos esperanzadores o terroríficos sobre un nuevo despertar de la criatura.
Y tras esta visita al barrio de Josefov, nos disponemos a regresar al centro de la ciudad, donde recorremos sus calles empedradas de nuevo y vamos a comer antes de ir a recoger las maletas al apartamento. Esta tarde, cogemos el último tren de nuestro viaje en tren por el Centro de Europa y nos vamos a Berlín. De camino a la estación, pasamos delante de la Casa Municipal, justo al lado de la gótica Torre de la Pólvora, que destaca por la decoración art nouveaude su fachada principal.
También recorremos la plaza de Wenceslao, una gran vía que lleva hasta la estatua ecuestre de San Wenceslao, patrón de Bohemia, y el Museo Nacional, muy cerca de la estación de trenes. También en las proximidades de la plaza se encuentra el Museo del Comunismo, para aquellos interesados en conocer más sobre el período soviético de Checoslovaquia.
Pronto llegamos a la estación central de Praga. En esta ocasión, el tren directo tarda unas 4h30 en conectar las capitales checa y germana, por lo que no nos valía la pena tomar un tren nocturno. En su lugar, cogemos un tren a las 16h30 que nos dejará en Berlín a las 20h30 aproximadamente.
Si disponéis de más tiempo en la capital de la República Checa podéis visitar también Vyšehrad, una antigua fortaleza rodeada de una zona verde donde podréis relajaros al sur de la ciudad. O si lo preferís, también podéis realizar una excursión de medio día al campo de concentración de Terezín o a la Capilla de los Huesos de Kutna Hora.
Dónde comer
Si visitas Praga no puedes dejar de probar su rica gastronomía y sus fantásticas cervezas. Aquí os recomendamos lugares a los que fuimos nosotros:
Lokal Dlouhááá: Lo descubrimos porque estaba justo en una calle paralela a nuestro apartamento, la calle Dlouhá. Se trata de un restaurante de aspecto moderno y acogedor donde sirven comida checa casera y sirven cerveza de fabricación propia. Los platos son abundantes y se puede pedir repetir el acompañante tantas veces como uno quiera. Fuimos los dos días de nuestra estancia a la hora de la comida y las dos veces estuvo delicioso. Os recomendamos acompañar los platos dehouskový knedlík, una suave masa a base de pan y leche servid en rodajas. Y, sobre todo, probad las variedades propias de cerveza del Lokal. Los platos más caros valen 7€.
Havelska Koruna: También especializado en comida checa tradicional, tiene un aire totalmente opuesto al Lokal. Se trata de un local bastante grande con mesas y bancos de madera. El cliente tiene que coger una bandeja y escoger entre los platos que se ofrecen, al estilo self-service. La camarera apunta los platos escogidos en un papel que luego se presenta a la salida para pagar. Los platos son abundantes y bastante buenos. El único problema es que el personal en general no habla inglés y a veces es todo un misterio saber qué acabas de pedir. Por menos de 10€ comimos los dos.
Kafka Snob Food: En Josefov, lugar ideal para tomar un café y desayunar antes o entre las visitas a las sinagogas del barrio. Sirven cafés bastante ricos y croissants frescos, además de deliciosas tartas y sándwiches y ensaladas. No es la cafetería más barata de Praga (3,50€ un café y un croissant) pero es ideal por su ambiente y ubicación.
Trdélnik: Y no podemos cerrar esta entrada sin hablar del trdélnik. Los chechos se llevan las manos a la cabeza al ver como los turistas compran este dulce típicamente eslovaco que ha invadido sus calles. No será checho… ¡pero está riquísimo! Se trata de un rollo de masa dulce al que se le da forma encima de un trdlo, un rodillo de metal o de madera, y se prepara sobre el fuego, de modo que el interior queda blanco y suave y el exterior, dorado y crujiente. Luego, se espolvorea con azúcar, canela, chocolate o almendras, entre otros y ya está listo para degustar. El precio de un trdelnik ronda 1€, pero para conseguir estos precios tendréis que salir de las calles principales.
Gracias, muy buen reportaje, saludos!